Desatinos, por Simón Boccanegra
El señor Moratinos, llamado por sus compatriotas Desatinos, ministro de Relaciones Exteriores de España, no pega una. Para continuar con su rol de alcahuete mayor quiso aclarar que no pidió «explicaciones» a Chacumbele sino «información». Chacumbele ya le había tirado la puerta, diciéndole que no le debía explicaciones a nadie. Pero Desatinos es del género masoquista. Le gustan los «duros» y disfruta cuando uno de estos le da una cachetada. Pobre diablo. Menos mal que luego salió la ministra de la Defensa de España y ratificó que su gobierno está esperando, precisamente, «explicaciones» del de Chávez. Por cierto, Chacumbele le pidió a Zapatero que se ocupara de su Audiencia. Cree el Presidente que en España las cosas son como aquí, donde él tiene un Tribunal Supremo en el cual la mayoría de los magistrados y magistradas compiten por los títulos de «Más Servil» y «Más Jalabolas» y al cual Chacumbele patea como le da la gana. A este minicronista no le constan los señalamientos que hace el juez español sobre la supuesta escolta militar venezolana que habría acompañado al vasco de ETA a su cita con las FARC, pero sobre eso, precisamente es que, tanto el gobierno español como los venezolanos, esperamos explicaciones. Este minicronista tendería a tener la convicción moral de que el juez español tiene razón, porque, como todo el mundo, oyó a Chacumbele pedir estatus de «fuerza beligerante» para las FARC y lo oyó afirmar que no son «terroristas» y, además, como todo el mundo, oyó a Rodríguez Chacín en su cordial conversa con los «camaradas» de las FARC, pero para lanzar tamaña acusación se necesita algo más que «convicción moral». Por supuesto, sería muy conveniente que el juez informara cuáles son las pruebas que tendría para sustentar sus acusaciones. Conveniente no sólo para la Audiencia española sino, muy en particular, para los venezolanos.