Descontento social no es el único factor que mueve las protestas en Colombia

En el caso del país neogranadino, las manifestaciones se han hecho en rechazo a las reformas laboral, de pensiones y tributario, la corrupción y los asesinatos de indígenas, además de los elementos de descontento social
Este mes de noviembre, Colombia se unió a Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Chile al producirse en varias ciudades de su geografía una serie de jornadas de protestas, las cuales continúan luego de seis días en diversas ciudades de ese país y ha provocado la convocatoria a un diálogo nacional por parte del presidente Iván Duque.
Pero, aunque hay ciertas demandas sociales por parte de algunos sectores que participaron de las convocatorias a las manifestaciones, no todas las exigencias de quienes han promovido las actividades son por descontento social, ya que entre los elementos que han desencadenado los pronunciamientos se encuentran el rechazo a la corrupción y a los crímenes de integrantes de etnias indígenas, lo que hace del caso colombiano uno muy particular en el marco de los sucesos registrados en América Latina.
Entre las razones que se esgrimieron para la convocatoria al paro nacional del 21 de noviembre, figuran el rechazo a la reforma laboral, de la que se asegura destruirá la estabilidad del empleo al establecer que se pague el 75% del salario mínimo a los jovenes que ingresen al mercado de trabajo; a la reforma de las pensiones, porque coloca en manos de fondos privados los recursos para las jubilaciones; a la corrupción, que según cifras de la ONG Transparencia Internacional se lleva $17 mil millones al año, y al aumento del servicio eléctrico.
Crímenes
Uno de los factores que propició el inicio de las protestas en Colombia lo constituyeron las muertes de indígenas ocurridas en los últimos meses. El 5 de noviembre en el Parlamento se presentó una moción de censura contra el ministro de Defensa, Guillermo Botero, por el bombardeo en San Vicente del Caguán, ocurrido en agosto, donde murió un grupo de presuntos disidentes de las FARC, entre los cuales estaban ocho menores de edad.
En octubre se registraron dos masacres en menos de 10 días en las comunidades indígenas del Cauca, sumando 55 asesinatos en lo que va de 2019.
Los componentes de rechazo a la corrupción y a los asesinatos de comunidades indígenas, que se suman a algunos factores de descontento social, diferencian entonces la situación del país neogranadino con lo que ha ocurrido en Chile y le otorga al caso colombiano un matiz propio.
Para profundizar en el análisis del estallido de la violencia en el vecino país y la verdadera dimensión del descontento social. TalCual conversó con los internacionalistas Carmen Beatriz Fernández y Edmundo González Urrutia señalaron las particularidades del conflicto y destacaron las posibles influencias que consideran han tenido grupos inducidos por el Foro de Sao Paulo en los hechos de violencia.
Descontento social
«La explicación más convencional y estructural tiene que ver con un sentimiento de insatisfacción de la sociedad, con sus demandas, y la incapacidad de que el gobierno satisfaga las mismas. Viene aparejada con los niveles de impopularidad del presidente Duque, que ha estado como un una curva de zigzag, que ha estado muy vinculada a su forma de abordar el problema venezolano, ya que sus altos han coincidido con etapas donde tiene una postura más frontal frente al tema venezolano y sus bajos cuando se siente que pierde fuerza», explicó Carmen Beatriz Fernández, experta en opinión pública y campañas políticas.
Indicó Fernández que Colombia es una sociedad con problemas históricos de inequidad, tal vez los más fuertes en el hemisferio. «La colombiana es una sociedad donde a una persona pobre le cuesta más tiempo ascender en la escala social. Se habla de 11 generaciones lo cual es una barbaridad frente a los estándares europeos o latinoamericanos, donde hay mucha mayor movilidad».
En su opinion hay, además de ese descontento social, otros factores que no se deben desmerecer y uno de gran importancia es la gran facilidad de armar protestas a través de las redes sociales. «Eso es algo nuevo que no existía hace 10 años. La primera vez que se ve este fenómeno de protestas globales armadas rápidamente fue la iniciativa de un colombiano, hace 10 años, la actividad un millón de voces contra las FARC, pero ahora se hace con mayor velocidad y facilidad. Antes le correspondía eso a estructuras políticas partidistas», precisó.
El otro factor es el aumento del nivel de satisfacción personal y la vida de los otros que se observa en las redes sociales. «Vemos en Facebook o Instagram lo bien que le va a la gente, cómo come o viaja. En las redes posteamos nuestros mejores momentos. Nuestras depresiones, malos ratos, accidentes vitales desagradables no los posteamos. Ese comparar nuestra vida miserable con la que viven otros, que no es un mundo real, también es fuente de insatisfacciones personales», apuntó la analista.
Patrón
Por su parte, Edmundo González Urrutia, exembajador de Venezuela en Argentina y Argelia, resaltó que América Latina se encuentra sacudida por distintos acontecimientos que, aunque tienen diferencias en sus orígenes, todos apuntan a un mismo patrón.
En este sentido, destacó que en Bolivia, la mayoría de los ciudadanos se opuso al fraude electoral que intentó Evo Morales a partir de lo que considera un error de cálculo político al querer ser presidente por cuarto período consecutivo. González Urrutia destacó la determinación de la mayoría de los bolivianos de salir a protestar hasta que se logró la salida de Morales del poder.
En cuanto a lo ocurrido en Chile, señaló la complejidad del caso. «Allí existe una tradición militar muy fuerte, al tiempo que están acentuadas las desigualdades sociales. Uno pudiera pensar que la agenda social chilena no ha podido superar el trauma de la dictadura militar de Pinochet y hay un resentimiento de la gente, subyacente, que estalló y se expresa a través de las protesta de los jóvenes que aún continúan aunque con menor fuerza. En el fondo es un malestar que estalló con una saña impresionante que no se conocía y que ocasionó daños por cientos de millones de dólares y que en cierta forma superaron a los actores políticos que vinieron a reaccionar un poco tarde a la situación», detalló.
Sobre el caso colombiano, González Urrutia coincidió en señalar que el tema es muy complejo. «Las protestas fueron convocadas por muchos sectores, estudiantil, sindical, laboral. Había justificadas razones para protestar, ante un gobierno que se encuentra en una baja de su popularidad, y también se aprovecharon los sectores que favorecen los acuerdos de paz porque estiman que no se ha cumplido a cabalidad lo acordado», apuntó.
Indicó que el presidente Iván Duque, «con el ejemplo que habían dado estos dos países enfrentó a una oposición que se planteó de manera férrea. «Las protestas en Medellín fueron gigantescas y en Cali y Bogotá tuvieron que decretar toque de queda ante las amenazas de los saqueos».
Destacó en todas estas crisis ocurridas en América Latina el papel constructivo que, en su opinión, ha jugado, entre los mecanismos de defensa de la democracia de la OEA, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, para propiciar el entendimiento nacional, esclarecer los hechos en cuanto a los DDHH y establecer las responsabilidades que correspondan.
Conspiración
Para Carmen Beatriz Fernández, una última explicación de la crisis en Colomba, y es en la que se coloca más énfasis, tiene que ver con la conspiración. «Creo que en las protestas colombianas hay conspiración, infiltrados, río revuelto y ganancia de pescadores, rusos, cubanos, maduristas», sostuvo.
Estima que hay incentivos desde lo que se ha clasificado como Foro de Sao Paulo, para tener gente avivando las protestas. «Tienen un sentido de agitación política que es importante y le están sacando provecho. Eso por sí solo no te explicaría las protestas. Tiene que haber un conjunto de cosas que hacen que con esa agitación, ese fósforo, puedas encender la pradera».
Además de enmarcar debidamente el rol del descontento social, Fernández no considera que las manifestaciones sean en rechazo a una ideología o al modelo económico neoliberal. «Creo que las protestas en general y la colombiana en particular no tienen un liderazgo que diga bueno todos estos millones de personas que protestan están respondiendo a un liderazgo una ideología y una petición de políticas públicas que el liderazgo tiene en su agenda. Creo que ese no es el fenómeno aunque sí puede haber gente que intente abrogárselo», argumentó.
A su vez, González Urrutia vuelve a coincidir con Fernández acerca del papel de elementos de la extrema izquierda internacional. «Si uno ve los escritos que están en los documentos oficiales, los programas de gobierno, en aquel taller que hicieron en el Círculo Militar donde (los chavistas) definieron las líneas estratégicas de la revolución, que apuntan a la exportación del modelo político bolivariano y uno ve lo que se ha hecho para apuntalar gobiernos o movimientos de la extrema izquierda, como los piqueteros en Argentina, los Tupamaros en Uruguay, los Sin Tierra en Brasil, uno pudiera inferir que no es extraño que algunas individualidades hayan participado en estos hechos de violencia».
Al respecto hizo referencia a la detención en Bolivia de nueve venezolanos que participaron de las protestas y tenían armamento. «No sería extraño que algunos de estos fanáticos hayan estado involcurados en estos hechos de violencia», sostuvo.
Lo desconocido
Finalmente, Fernández precisó que los gobiernos democráticos han tenido más dificultad para enfrentar las protestas, porque en las dictaduras repelen las manifestaciones a sangre y fuego, mientras los mandatarios demócratas han tenido que maniobrar y negociar.
«Duque se enfrenta a lo desconocido. Le interesa apaciguar, pero es muy importante identificar quiénes son los interlocutores válidos», indicó.
González Urrutia resaltó que el presidente Duque, «inteligentemente», convocó de inmediato a un gran diálogo nacional, con presencia de todos los sectores que le adversan y propiciaron las protestas. A su juicio, eso ha desarmado a muchos de los sectores que han buscado pescar en río revuelto.
El analista no se atreve a vaticinar si esta ola de protestas podrían propiciar un cambio político en el país neogranadino y recordó que muchas veces estas manifestaciones «suben rápidamente y luego se desvanecen, como la espuma».
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