Desde Cuba, el mayor fracaso de EEUU en Latinoamérica es Venezuela, por Beltrán Vallejo
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Creo que puedo expresar mi más humilde opinión sin ser analista político de renombre para comentar lo que dice el título, y es que francamente me siento impulsado a decir algunas cosas desde mi más sencilla militancia en la lucha pro democrática en Venezuela donde se ha enfrentado a un régimen opresor y corrupto, pero habilidoso y hasta resiliente pues se ha fortalecido con los fracasos estratégicos de la oposición, y especialmente de los fracasos de EEUU; y de ese fracaso de los gringos, nuestros principales aliados, se debe asumir las enseñanzas pertinentes para entrar en otra etapa histórica y eficaz de lucha contra la dictadura madurista.
Comienzo por decir que nuestros “amigos” del norte no son un modelo a seguir y menos son fiables en esa materia de pintarse como estandarte de lucha por la democracia, porque en el caso especialmente de Latinoamérica llevan casi un siglo donde en los momentos cuando no son cómplices o sostenedores de los regímenes autoritarios de derecha más nefastos pues pasan al otro extremo del fracaso prolongado más estrepitoso en eso de sacar del poder a los dictadores, y los terminan consolidando como régimen opresor.
En términos de ejemplificación cruda de lo planteado en el párrafo anterior, es obligatorio hacer mención de la confrontación entre EEUU y Cuba desde hace 63 años, confrontación que refleja como el todopoderoso país del norte lleva el peso de la más prolongada, nefasta y destructora frustración para desalojar del poder a la dictadura longeva de un partido y de unas fuerzas armadas que han consolidado un régimen de dominación que campea en medio de la pobreza, de las penurias y carestía en un pueblo que tiene tiempo sin herramientas ni liderazgo de resistencia interna para enfrentar la tiranía cubana, sólo muy esporádicos episodios de protestas callejeras que se han saldado con jornadas de represión masiva.
He ahí la fracasada invasión de Playa Girón en el año de 1961, donde miles de exiliados cubanos anticastristas realizaron una invasión militar con apoyo y cobertura de los EEUU, y que tuvo como resultado una derrota aplastante propinada por el ejército revolucionario cubano liderizado por el propio Fidel Castro y el Che Guevara, y cuyo éxito defensivo directamente consolidó el sistema político cubano estableciendo un aura de invencibilidad y de carisma a Castro, y empujando definitivamente a ese régimen a ponerse en las manos del comunismo soviético. Posteriormente vino un paquete de sanciones y de bloqueo que se inició desde 1960 en el gobierno gringo de Eisenhower. Después vino el embargo comercial en 1963 con el gobierno de Kennedy, y se llega al año de 1996 con las leyes Helms-Burton de prohibición de inversiones con empresas nacionalizadas por Castro, y llegamos a los tiempos del presidente Donald Trump donde se radicalizan las medidas contra la economía cubana.
A todas estas, ningunas de esas políticas y estrategias cumplieron los objetivos dirigidos hacia la caída de la dictadura totalitaria, pero sí dejó como resultado una nación calabozo, empobrecida, con generaciones y generaciones arriesgando su vida en el atlántico para llegar a los EEUU, y dejando también como resultado para la imagen y prestigio de los gringos una mancha oscura que desdice, que afea su historial cada vez que la mayoría de los países del mundo votan en la Asamblea General de la ONU por el fin del embargo, por el fin del bloqueo y por el fin de las sanciones a la isla, además de aportarle a los dictadores cubanos argumentos y herramientas de control político y social que ha blindado a ese régimen que así mismo en lo interno no ha enfrentado a una oposición consistente, batalladora, popular y organizada en todos los escenarios de las últimas décadas.
“El parecido con nuestra realidad es pura coincidencia”, como diría el otro, pero es que vamos por el mismo camino del formato gringo aplicado en Cuba desde hace décadas. ¿Para qué sirvió la estrategia de máxima presión impulsada por el gobierno de Donald Trump en el año 2019? La diplomacia coercitiva sobre Venezuela llegó precisamente a niveles históricos con el gobierno del catire Trump, sólo semejante a la que se les impone a los cubanos, a los iraníes y a los coreanos.
Hace algunos días, el escenario político interno de esa estrategia, el denominado “gobierno interino”, en boca del propio Guaidó en una conferencia en Washington a fines del año pasado, manifestó lo siguiente a modo de explicación de su derrota histórica: “Fuimos ingenuos de alguna manera en la dimensión y el tamaño de la dictadura a la cual nos enfrentábamos. Esto de ingenuidad raya más bien con la estupidez y con la ineptitud e irresponsabilidad, y ahí caen los gringos también porque es innegable el tutelaje estadounidense de toda esa operación.
De tal manera que con el cerco diplomático, con la implantación de sanciones sobre PdVSA, con el ahogo financiero y con la exclusión de Venezuela del ámbito crediticio hemisférico, claro que se desgastó el país, pero no Maduro pues éste evadió todas esas restricciones involucrándose más con la pillería internacional del club de los opresores y sal si puedes de China, de Rusia, de Irán, de la India, de Turquía, de Sudáfrica, de Catar, de Emiratos árabes, y con Cuba no mucho porque ese país está para que le den.
Y así como en Cuba, el fracaso de la aplicación por parte de EEUU de sanciones y de la estrategia de máxima presión para Venezuela sólo han servido para evidenciar las debilidades de los estadounidenses en Latinoamérica donde su sombra va en retroceso ante el avance de las dictaduras totalitarias de China y Rusia con su influencia financiera, militar y diplomática, con el peso de sus hábitos de corrupción y de procederes en el mercado negro internacional.
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El último resbalón de los gringos y del sector opositor ha sido esa triangulación de conversaderas entre Barbados y Catar, con el interés primordial de los estadounidenses en las licencias de Chevron y el levantamiento de las sanciones a Pdvsa, acompañado de la liberación en EEUU, no de actores políticos precisamente, sino de actores delincuenciales como los sobrinos de la “Primera Combatiente” y el caso de Alex Saab que estaban en manos de tribunales norteamericanos y que los soltaron a cambio de algunos gringos capturados en Venezuela por la dictadura.
Al respecto de esas conversaciones, que contaban con la participación de negociadores de la PUD y de EEUU, más la contraparte de los negociadores de la tiranía, el resultado de las mismas ha sido más opresión, más persecución de la disidencia, y la consolidación de la inhabilitación a María Corina Machado como construcción férrea de un conjunto de obstáculos en función de que no se dé en el país un proceso electoral tal como dicta la Constitución y las leyes de la república y los estándares internacionales.
En fin, el liderazgo nacional opositor claro que debe comprender que el tema régimen de Nicolás Maduro es materia de confrontación geopolítica, y en ese escenario el mundo democrático venezolano está afiliado a occidente en su lucha contra las dictaduras y satrapías; pero también debe comprender que nuestro aliado está errado, es indolente y suicidamente pragmático, que no tiene imaginación y que a su vez debiera tomar en cuenta los aportes de Brantly Womack en su teoría de relaciones asimétricas, donde “el Estado más fuerte no puede imponer su voluntad y preferencias al Estado débil, entre otras razones porque este último posee una capacidad de resistencia que lo hace sobrevivir al embate al que está siendo sometido”.
En ese sentido, que no metan sus narices más Juan González, por el dado del pragmatismo entreguista, ni más John Bolton, por el lado de presiones de pacotilla, ni más Elliot Abrahams con su enfoque a lo Reagan de los Irán-Contras. Debe finalizar la relación verticalista entre nuestro aliado estadounidense y la lucha opositora en Venezuela. Debemos evitar la mayamización de la oposición venezolana.
La construcción de la lucha contra Maduro debe ser conjunta entre demócratas venezolanos y aliados internaciones, no que se impongan jugadas y estrategias desde afuera que no atiendan las complejidades de este país y de la tiranía que lo subyuga. Ya está bueno de exportar soluciones; la lucha es aquí y con las definiciones estratégicas de los venezolanos.