Despotismo en vivo y directo, por Simón Boccanegra
Si para Juan Vicente Gómez Venezuela era su hacienda particular, para Chacumbele es un cuartel y se maneja en consecuencia. Las cosas tienen que ser como a él le da la gana. Primero le cambió el nombre al país, apelando a la gesta que encabezó Bolívar. Luego le agregó una estrella a la bandera también con la excusa de un decreto del Libertador.
Cuando modificó el escudo no tuvo justificación histórica que dar, simplemente le salió del f… y dijo que todo se debió a una pregunta que le hizo su hija sobre la posición de la cabeza del caballo.
El sábado pasado, antes de emprender su viaje a Cuba para someterse a la quimioterapia, realizó un consejo de ministros que fue emitido por televisión a todo el país. Allí asignó recursos para diferentes fines.
No eran fondos del Estado, de todos los venezolanos, sino que eran de él. «Loyo, te estoy dando estos recursos para que cultiven cachamas». Esta vez no los sacó de debajo del colchón, pero también eran suyos. Cuando le tocó aprobar unos reales para la empresa que recoge la basura en el municipio Libertador de Caracas, se molestó porque no le gusta el nombre que le pusieron y, simplemente, le negó los recursos a sus solicitantes Alejandro Hitcher y Jorge Rodríguez. Los antiguos y combativos integrantes del movimiento 80 de la Universidad Central de Venezuela, apenas esbozaron una sonrisa nerviosa y no insistieron con su petición. No le importó a nadie que esos fondos sean necesarios para mejorar un servicio poco eficiente que los vecinos seguirán padeciendo, simplemente mientras no le cambien el nombre a la compañía no les dará el dinero. Tiene que ser una denominación que lo complazca, que le agrade.
Una clase de despotismo transmitida, para el mundo, en vivo y directo.
