Después no digas que no se te advirtió, por Simón Boccanegra
Chávez debería oír con atención a alguna gente a la cual no puede descalificar como escuálida. Frente a su discurso arrogante y voluntarista: “no hay dólares para los golpistas”, el profesor Maza Zavala, en el tono sosegado que le es propio, responde: “a todo el que produzca riqueza y puestos de trabajo hay que darle dólares”. Hugo debería pararle al viejo Maza, porque de aquí en adelante los platos rotos los va a pagar el gobierno.
Debería pararle también a Héctor Ciavaldini, ex presidente de Pdvsa y amigo del teniente coronel Chávez Frías, preso en Yare, quien horrorizado ante la masacre de Pdvsa pidió sindéresis.
El camino escogido, de venganza, no lleva sino a una profundización de desastre. ¿Logra el Presidente avizorar la catástrofe social que significan tres millones desempleados? ¿Cree que esta es la hora de cerrar fuentes de trabajo? ¿Cree que puede recuperar Pdvsa después de esta sangría monstruosa?
Aprovechando su amistad con los chinos, Chávez debería preguntarles por las consecuencias que tuvieron los planes voluntaristas del “Gran Timonel”, Mao, sobre aquel país. Sus amigos podrían explicarle el caos que provocó una línea enloquecida que confundía la sociedad con un cuartel.