Destapa la olla, Isaías; por Teodoro Petkoff

Cuándo Isaías Rodríguez habló de “camisa de fuerza” el día que velaban a Danilo Anderson en el Capitolio, seguramente que no intuía el sentido completamente contrario que adquiriría su metáfora respecto al que inicialmente quiso darle. Ahora si es verdad que debe sentirse dentro de una camisa de fuerza. Porque ahora sabe cosas que no sabía y, además, sabe que el gobierno las sabe también. Jesse Chacón no le dijo perro pero le mostró el tramojo, como dirían en Sabaneta. No es posible que lo que el ministro del Interior dejó colar no haya sido del conocimiento del Fiscal. Pero no había dicho nada. Tuvo que ser el ministro del Interior quien entreabriera la puerta. Pero ahora Isaías está emplazado y la chaqueta de fuerza debe estarlo asfixiando.
Leamos con atención las palabras del ministro. “La investigación ha revelado que existían dos grupos de abogados. Uno que servía de enlace entre las personas con dinero (que iban a ser imputadas por firmar el decreto) y otro que estaba vinculado con el fiscal Anderson, el cual supuestamente le pedía dinero a los adinerados a cambio de que no fueran perseguidos” . Esto no está en chino sino en castellano. Chacón ha dicho, con todas sus letras, que Anderson, el mártir de la revolución, estaba vinculado a un grupo de abogados que “supuestamente” le pedía dinero a “los adinerados” para sacarlos de la fatídica lista de imputados. ¿Ese grupo de abogados actuaba a espaldas de Danilo Anderson? ¿Qué crees tú, Isaías? ¿Danilo no sabía nada de lo que hacían sus amigos? ¿El fiscal estrella servía a la revolución o se servía de ella? ¿Qué crees tú, Isaías?
Pero, supongamos, Isaías, que tú no sabías nada el día que propusiste lo del busto de Danilo en la sede de la Fiscalía; cosa perfectamente verosímil porque, como dijera Gonzalo Barrios cuando se enteró del asesinato de Alberto Lovera, “un ministro del Interior nunca puede saber lo qué pasa en los calabozos de la [entonces] Digepol” y tampoco el Fiscal General puede conocer lo que ocurre en los sótanos de la Fiscalía. Pero después que Maza Tirado, personaje público, denunció ante el organismo que tú diriges que habían querido extorsionarlo ya no puedes decir que no estabas al corriente. Porque Maza Tirado tiene que haber dicho quienes eran los extorsionadores. De otro modo, ¿por qué habría de ir a la Fiscalía? ¿No te pasó por la mente que entre Anderson y los abogados a quienes probablemente se refirió el banquero, y de los que también Jesse Chacón habló, podía haber una conexión? Parece que ya te cayó la locha o al menos eso se desprende de las declaraciones de Carlos Herrera, ayer en TalCual. Según este concejal, tú le habrías dicho que “la tésis de la extorsión cobra cada día más fuerza”. Pero ahora los demás venezolanos queremos saber la verdad. Porque ahora es tan importante saber quién mandó a matar a Danilo Anderson como saber si las “insinuaciones” de Jesse Chacón son verdaderas. Porque, en ese caso, ¿cómo queda la Fiscalía ahí? Hay otros fiscales que ahora también han saltado al estrellato. ¿Cómo sabemos que la historia no continúa? Por cierto que Carlos Herrera se hace una pregunta nada impertinente: ¿cómo queda lo de la Orden del Libertador? Menudo lío, Isaías.