Diálogo a plomo, por Simón Boccanegra
Vamos a suponer, por un momento, que Chávez tiene razón y que los sucesos de la plaza de Altamira, ayer, fueron un montaje de Globovisión. Entonces, ¿debemos suponer que los pistoleros que dispararon y mataron a una señora e hirieron a otras ocho personas son unos actores contratados por Globovisión para ese propósito? Admitamos, incluso, el supuesto de que la manifestación de ese grupo de ciudadanos no tuviera pertinencia política y era el inicio de una guarimba, ¿es a una banda de matones a la que le toca hacer frente a los problemas de orden público?, ¿ahora de estos no se encargan los cuerpos de seguridad del Estado sino matones que disparan a mansalva?
Toda la prensa, incluidos nosotros, presenta las fotografías de los matones. Identificarlos no es nada difícil. ¿Se va a proceder contra ellos o la impunidad va a seguir siendo patente de corso para actuaciones criminales de bandas parapoliciales frente a cualquier protesta ciudadana? Chávez le quita credibilidad a un discurso de intención dialogante, como el de ayer, cuando en medio de él critica la supuesta violencia de sus opositores (que, por lo demás, no causó ninguna víctima), pero no tiene una sola palabra ni de condena ni de nada para la banda de matones que a cara descubierta (guapos y apoyados) disparó contra un grupo de ciudadanos inermes.