Dictadura intelectual de oposición, por José Domingo Blanco
Para seguir en el poder, Maduro sólo necesita seguir empobreciendo a los venezolanos. Y está lográndolo con mucho éxito. Según las encuestas, Maduro no goza ni siquiera del 17% de popularidad. Pero, ahí está: ileso en su rol de dictador. Maduro, no tiene credibilidad, ni confianza, ni dólares. ¡Poco le importa! Porque la dirigencia opositora tampoco tiene esos atributos: no tiene credibilidad, ni nuestra confianza, ni los dólares.
El problema está en que la ventaja, la buena fortuna, sigue sonriéndole a Nicolás, quien se pasa por la suela del zapato nuestras protestas –que supo cómo enfriarlas y aplacarlas-, las amenazas de sanciones internacionales, los bloqueos económicos o los posibles juicios en La Haya. No le teme a nada, por una sencilla razón: está convencido del éxito de su modelo y, por tanto, es imposible que sus actuaciones le acarreen consecuencias.
Ahora, además, tiene a los chinos, a los turcos y a los rusos como aliados – ¿comerciales? – inyectándole los recursos y el respaldo que necesita para seguir con su plan. Para Nicolás no hay vuelta atrás. Para él, nada de lo que ha hecho, amerita rectificaciones. A menos que los reajustes sean para terminar de implantar, consolidar y exportar el proyecto neocomunista.
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En su momento, a Fidel no le importó que Cuba fuera el burdel de la Unión Soviética. ¿Acaso a Nicolás le dolerá que Venezuela se transforme en el prostíbulo de sus nuevos aliados comerciales? Maduro acaba de viajar a China y le ofreció algo a los asiáticos que fue lo suficientemente atractivo como para que se firmaran algunos acuerdos; acuerdos que hicieron sonar la caja registradora. ¿Cuál parte de Venezuela le entregó Nicolás a China? ¡Cuidado con China! Este país se posiciona como una potencia mundial, que demuestra no temerle a las decisiones de Donald Trump. ¿Qué hay en nuestro país que les interese tanto a los asiáticos? Porque, ya no es nuestro petróleo. O por lo menos, China no está detrás de nuestro petróleo nada más. Hay algo en nuestras tierras que le interesa y mucho. Y es esa presa, puesta en bandeja de plata por Nicolás, la que ayudó a cerrar el trato y a darle más oxígeno al régimen.
Sin embargo, hay una duda que queda en el aire ¿Cómo pagó Maduro los compromisos con China? Desde hace dos años, los expertos en economía comenzaron a utilizar la palabra default. Han insistido, cada vez que se aproximan las fechas en las que el régimen debe honrar sus compromisos, que “Venezuela caerá en default”. Nicolás, con ese morbo sádico que ha signado sus actuaciones y la de los cómplices que le rodean, espera. Y espera. Y espera. Y en el último minuto, cuando caer en default parece inminente: ¡paga lo que corresponde!… ¡Con intereses incluidos! ¿De dónde saca los dólares para cumplir con los compromisos? No lo sé. Algunos creen que esa capacidad de pago, solo la tienen los narco-Estados.
Poco le importa a Maduro que lo denuncien como violador de Derechos Humanos y autor de crímenes de lesa humanidad. Poco le importa burlarse del hambre y la miseria en la que vive Venezuela. A Nicolás, ese expediente que lo acusa y lo condena, le rueda. Su propósito es producir más y más pobreza para, de manera edulcorada, seguir esclavizando a los venezolanos. Y en su gesta empobrecedora cuenta con unos, cada vez más poderosos, aliados: Rusia, China, Irán y Turquía que lo mantienen en el poder. Aun cuando nosotros desconocemos qué ofreció a cambio.
Sin embargo, para quienes reclaman mi falta de optimismo ante la frase “el régimen de Nicolás tiene los días contados” sólo les diré una cosa: no tengan la menor duda de que Maduro y sus mafiosos estarán entre los más buscados del mundo. Serán señalados como unos de los criminales más despreciables de la historia de la humanidad. Detenerlos es un desafío que exigirá una acción internacional. Y nosotros, como sociedad organizada, debemos emprender una cruzada para lograr su captura. No es sencillo; pero, debemos empezar.
La facilidad de cruzar fronteras y volar a cualquier punto del planeta, han abierto un sinfín de posibilidades a los prófugos de la justicia. Maduro y sus mafiosos no deben escapar. Nosotros no podemos permitirlo. Quizá lo que necesitamos es una dictadura intelectual de oposición, con uniformidad de criterios, que logre sacar a Maduro del poder. Para salir de este régimen dictatorial, necesitamos que las oposiciones dejen de pensar de forma individual y se conviertan en un equipo bien cohesionado y unido bajo un solo lema. Para salir de una dictadura como la de Nicolás, está comprobado que no se pueden utilizar métodos tradicionales democráticos. Dictadura no sale con votos. No es la hora de un líder único de oposición. Es la hora de un equipo opositor único, con los pantalones bien puestos.
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