Diosdado en la palestra, por Simon Boccanegra
Lo que es el estilo. Este minicronista no puede dejar de reconocer que, aun diciendo lo mismo que habría dicho Hugo, Diosdado lo hizo sin producir irritación en sus oyentes. Directo, preciso y conciso, en cinco minutos dijo lo que quería decir, sin divagaciones, sin anécdotas familiares, sin insultos. Pero Diosdado, como Hugo, tampoco entiende la función de los medios en una sociedad democrática. Los acusó de haber creado el caos de ayer en las bombas de gasolina. Diosdado no percibe que en una sociedad abierta y democrática, basta con que a través de una televisora aparezca Gastón Parra diciendo lo que dijo (por cierto, como un simple altoparlante de alguien a quien consultaba continuamente por el celular; era penoso el espectáculo que usted daba, viejo amigo), para que la gente salga a agolparse ante las estaciones de servicio. Lo que Diosdado quisiera es un país donde los medios no sean tan metiches. ¡Qué sabroso sería gobernar sin tener que responder preguntas impertinentes, sin preocuparse de los titulares de mañana! ¡Qué rico sería si todos los medios fueran como el canal 8!