Director de la UCAB: El país tiene todo para basar su economía en lo ambiental
El director de Sustentabilidad Ambiental y coordinador de la Maestría en Ingeniería Ambiental de la UCAB, Joaquín Benítez, considera imperativo tomar en consideración los principios de sustentabilidad, si se piensa a futuro en una recuperación económica robusta para el país
Venezuela es un país con vastos recursos renovables y no renovables. Sin embargo, la no regulación de su extracción y uso, y el incumplimiento de las leyes y normas ambientales vigentes están provocando alteraciones medioambientales y sociales significativas.
Según la ONG S.O.S. Orinoco, nada más en la región de Guayana, al sur del país, la explotación minera, principalmente aurífera, está «destruyendo de manera inexorable e irreparable la mayor riqueza biológica con la que cuenta el país, sin que la actividad redunde en beneficio alguno para la sociedad venezolana», se lee en un informe de octubre de 2024.
El reporte advierte que, «más allá de la destrucción de creciente extensiones de territorio, a través de la tala de árboles, la remoción de suelos, cambios de cauce, contaminación de aguas y remoción de la fauna, que resulta en un desolado paisaje sin vida, la minería está causando hambre, pobreza, miseria, enfermedades y el lento envenenamiento de las poblaciones locales, que en nada se benefician de la actividad y pierden no solo el sustento material de sus comunidades, sino los valores morales que les identifican como pueblo».
Para detener su avance, el profesor Joaquín Benítez, director de Sustentabilidad Ambiental y coordinador de la Maestría en Ingeniería Ambiental de la UCAB, cree imperativo tomar en consideración los principios de sustentabilidad, mucho más si se piensa en la eventual recuperación económica del país, la cual -de acuerdo con expertos- exigirá masivas inversiones y proyectos que supondrán un uso extenso de los recursos disponibles en el territorio nacional, reseña El Ucabista.
“Recuperar la economía venezolana cuidando el ambiente sí es posible”, expresó el ingeniero, quien señaló que el cumplimiento de la normativa ambiental y las disposiciones internacionales sobre manejo de flora, fauna, producción limpia y reciclaje debe ser una de las prioridades. «Venezuela tiene todos los elementos para que base su economía y su desarrollo en lo ambiental, incluso a pesar de ser un país petrolero y minero», dijo.
El individuo de número a la Academia Nacional de Ingeniería y el Hábitat (Anihven) apuntó que la explotación de recursos no renovables (petróleo, gas, minerales) debe limitarse a las áreas que existen y evitar la expansión a nuevos espacios. A la vez, está convencido de la necesidad de impulsar el desarrollo de fuentes de energía limpias.
Respecto al uso de los recursos renovables (agua, energía solar o eólica, madera), llamó a seguir dos principios sustentables: «regeneración de los recursos con el tiempo y explotación a una tasa menor que su tasa de regeneración».
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«Los principios de la sustentabilidad son precisamente lograr un equilibrio entre el desarrollo económico, la protección ambiental y el bienestar social. Si se trata de recuperar la economía y se hace bajo la óptica sustentable, esto es perfectamente posible. Nada es sostenible si no se manejan los elementos sociales y ambientales alrededor de la producción (de bienes y servicios)», comentó.
El rol de las empresas
Benítez también apuntó que las empresas pueden obtener importantes beneficios comerciales si incorporan políticas de respeto al medio ambiente en sus esquemas de manufactura. Puso como ejemplo a la Unión Europea, que exige el cumplimiento de principios y regulaciones sostenibles para permitir el ingreso a su mercado de productos y servicios en ciertos sectores.
«Grandes empresas y grupos económicos que están vinculados a la agroexportación están empezando a controlar su huella de carbono, su huella hídrica u el impacto sobre la biodiversidad. Además, estos elementos deben ser verificables en sus productos. Nosotros en la UCAB hemos registrado las demandas de grandes empresas venezolanas que tienen interés en empezar a medir sus indicadores ambientales porque sienten que el contexto les pide esa responsabilidad», dijo.
Qué hacer con la contaminación
En Venezuela la vulnerabilidad ambiental es alta. Complicaciones u omisiones en la extracción y producción de recursos como el petróleo y gas, cuyos desechos físicos o químicos no son tratados apropiadamente, están dejando consecuencias.
Según Benítez, la explotación de hidrocarburos, principal motor de la economía, tiene grandes desafíos en la actualidad, debido a la desinversión que afecta a la industria y al descuido de los controles ambientales. Por ejemplo, mencionó los derrames de petróleo y los consecuentes daños a ecosistemas y poblaciones que estos generan.
«Hay una brecha importantísima por cubrir. Y entre las cosas que son técnica y económicamente posibles de cara a una mejora, una es la recuperación de la capacidad de la industria petrolera para minimizar y manejar sus impactos ambientales», dijo.
El ingeniero también consideró a la industria del gas y la minería como otros dos sectores con alta incidencia medioambiental negativa, pero dejó claro que la contaminación en Venezuela es un problema de amplio espectro que incluye la actividad agrícola, las actividades industriales de distinto tipo y la disposición de desechos sólidos, entre otros.
«Nuestros cursos de agua están muy contaminados, casi ninguna de nuestras grandes ciudades hace tratamiento de las aguas servidas y todas son dispuestas de mala manera. No hay control sobre actividades agropecuarias en cuanto a pesticiditas y fertilizantes; luego está la contaminación por mercurio al sur de Venezuela y la contaminación del aire en algunas zonas del país como Anzoátegui, debido a las actividades del Complejo Industrial Jose. También hay que mencionar la contaminación por desechos sólidos: solo una cuarta parte de los residuos del país tienen como destino un relleno sanitario, los otros tres cuartos van a botaderos y ahí quedan a la intemperie, generando contaminación», advirtió.
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