¡Discúlpate tú!, por Teodoro Petkoff
Se fue el Carnaval. Aquí estamos, de regreso a la realidad. Y la realidad en el caso particular de TalCual y Laureano Márquez es la de la sentencia que nos clavó unas multas desmesuradas por supuestamente haber cometido una especie de delito de lesa majestad, ya se sabe por qué. La fiscal del caso, una ciudadana de nombre Mariela Viloria, ha apelado la sentencia porque considera que ha debido aplicarse la pena máxima, que establece veinte veces el ingreso del “requerido”, en el caso de Laureano y veinte veces el salario más alto de la nómina de TalCual. A la abogada Viloria le parece que la jueza fue “blanda”, porque según le dijera a uno de nuestros abogados — “y Teodoro si quiere que me cite”, le añadió desafiante, en típica actitud del “guapo” apoyado—, nosotros “no habíamos pedido perdón”, “no nos habíamos disculpado”. La distinguida jurisconsulta, cuyo título parece salido de una caja de detergentes, considera que no haberlo hecho es un “agravante”, y por tanto la pena no debía ser la media sino la máxima. Bueno, pueden esperar sentados nuestras disculpas. No tenemos nada de qué disculparnos porque no hemos cometido ninguna falta ni delito. Quien está fuera de la ley es quien ha inducido este juicio, que no es otro que Yo El Supremo. Quienes están fuera de la ley son el Consejo del Niño y el Adolescente, la jueza Holanda Dam y la fiscal Mariela Viloria. Quienes deben pedir disculpas son aquellos que se valen del poder y de su abuso para torcer la ley, para aplicarla contra el Derecho, para inventar delitos o faltas inexistentes. Quienes deben pedir disculpas son aquellos que le temen al pensamiento libre.
Esperaremos por el resultado de esta apelación, pero entre tanto continuaremos con la campaña pública de recolección de fondos para hacer frente a las dos multas. La respuesta hasta ahora ha sido particularmente emocionante. Hasta el viernes pasado decenas y decenas de personas habían pasado por TalCual para dejar su colaboración y otras tantas lo habían hecho en las cuentas abiertas a tal efecto. La reacción de la gente ha sido espléndida. El espíritu solidario y combativo se ha expresado en su mejor forma. La gente sabe que este es un abuso y un atropello contra todos y no sólo contra Laureano y el diario. Sabe que está en juego el derecho a pensar y a expresar el pensamiento. Sabe que si no reaccionamos hoy, mañana será demasiado tarde.
Por nuestra parte nos da mucho orgullo saber que estamos siendo el instrumento del coraje ciudadano, el vehículo mediante el cual se está manifestando la disposición de una parte del país a luchar por sus derechos, a no dejarse pisotear ni por la fuerza del poder ni por el poder de la fuerza.