Doble intolerancia, por Simón Boccanegra
A paso de vencedores nos estamos acercando al abismo. Iván Rincón y Baltazar Porras, oficialista el primero, opositor el segundo, uno en Caracas, el otro en Mérida, apenas con diferencia de horas, fueron abucheados, insultados y empujados, cada uno por el odio contrario. El gabinete ministerial emitió un comunicado condenando el ataque al presidente del Tribunal Supremo. El ataque a Porras le importó un bledo. La «explicación» de esta conducta sectaria no puede ser que Rincón sea la cabeza de uno de los poderes del Estado. Si por eso fuera, Porras es el presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, es decir uno de los dirigentes decisivos de ese verdadero Poder Moral que es la Iglesia católica. Pero esto es secundario. Se trata de la dignidad de la persona pura y simple. El rechazo de la intolerancia, que seguramente inspiró a los ministros, tal como se realizó fue, en verdad, otra muestra de intolerancia. El gobierno no condenó la agresión al presidente del Tribunal Supremo sino a la de uno de sus conmilitones. Al obispo que lo defiendan sus amigos pareciera haber sido el razonamiento de los ministros en Consejo.