Dos pesos, dos medidas; por Simón Boccanegra
Alguna gente cree que protestar contra la guerra de Bush es defender a Saddam Hussein. Craso error. Hussein es indefendible.
Pero igualmente indefendible es que la potencia más grande del globo desate toda la fuerza apocalíptica de su aparato militar y económico, de modo unilateral, al viejo modo de los imperios decimonónicos, contra un pequeño país, masacrando de modo inmisericorde a su pueblo, por razones que nada tienen que ver con la tiranía misma (que muy útil les fue cuando guerreó contra Irán), sino con los intereses económicos, militares y geopolíticos de la potencia atacante.
La misma gente cree que protestar contra Bush es estar de parte de Chávez. Irónicamente, se trata de los mismos que tildan a Shapiro poco menos que de “vendido” porque no amenaza con tumbar a Chávez, como si el embajador gringo hiciera algo distinto a lo que le ordena el Departamento de Estado… y Bush. Alguna gente me reclama que “pierda” tiempo ocupándome de Irak, en lugar de hacerlo de Venezuela.
Como si este diario no hubiera presentado más de 700 editoriales sobre y contra Chávez y yo no hubiera escrito casi igual número de minicrónicas con el mismo, obsesivo tema.
Pero a esta gente le digo que el mundo es algo más que Venezuela y Chávez y que habría que ser demasiado obtuso e insensible para dar la espalda a una tragedia universal de esta magnitud. Estoy seguro que esa misma gente no consideró “pérdida” de tiempo los editoriales y minicrónicas que trataron el tema de los ataques a las Torres Gemelas.