Drogas, FARC, ELN y paramilitares, por Américo Martín
Twitter: @AmericoMartin
Es cada vez menos inocultable la incidencia de las drogas, trátese de carteles en México o de los bloques en Colombia, fenómeno expandido en este último país, en los dominios de la política y las armas, posiblemente más que en cualquier otro. Siendo la guerra, según Clausewitz, la continuación de la política por otros medios, se entiende perfectamente que la atormentada nación colombiana haya sido rociada de fuego y drogas durante tanto tiempo. ¡Demasiado temple el de nuestros hermanos vecinos para mantenerse en pie desde el asesinato de Gaitán en 1948!, que es cuando pueden datarse correctamente los años de la violencia. 73 años casi ininterrumpidos de sangre, destrucción y lava ardiente.
Esa inmerecida desolación ha sido hija de políticas infames y lo peor es que no se vislumbren próximas las salidas negociadas entre los factores involucrados y, por el contrario, los desenlaces trágicos tengan una aguda propensión a proyectarse hacia Venezuela, a través de la frágil línea fronteriza horadada por quienes quieran hacerlo.
La muerte del líder de las FARC Jesús Santrich, quien es percibido por gran parte de la opinión internacional como estrecho aliado de Nicolás Maduro, es un síntoma del muy mal estado de las relaciones entre nuestros países, que desde la Emancipación habían sabido guardar fraternales lazos.
Si se confirmara la apreciación internacional que relaciona a dos jefes faristas de la envergadura de Santrich e Iván Márquez con autoridades venezolanas, no puede menos que considerarse de extrema gravedad.
El paramilitarismo ha ido ocupando grandes extensiones de Colombia y una cuota muy elevada de la droga que financia actividades militares y acuerdos políticos de toda laya.
Afortunadamente, centros de investigación universitarios, agencias de organismos internacionales y la Corporación Nuevo Arco Iris no han descuidado el seguimiento y cuidadoso estudio del crecimiento de la para-política, con el objeto de llevarle el pulso tanto a la expansión militar como a los acuerdos políticos forjados.
Estos cuidadosos esfuerzos intelectuales no solo nos han dado una muestra de realidades que se han tildado de «escalofriantes», las AUC, ya de suyo, configuran un peligro muy serio. Castaño, su jefe original, aprendió el manejo de la industria y comercialización de la droga con Pablo Escobar, temible jefe del Cartel de Medellín. El caso es que estos personajes se desenvuelven como peces en el agua.
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La Corporación Nuevo Arco Iris, con ayuda de la Agencia Sueca de Cooperación para el Desarrollo, realizó una investigación sobre las negociaciones entre gobierno y los paramilitares con el fin de precisar las conversaciones adelantadas en San José de Ralito
Todas estas indagaciones pusieron en conocimiento de los investigadores la enorme expansión experimentada por las AUC entre 1997 y 2003. Zonas muy grandes e importantes cayeron bajo su influencia sin gastar mayor pólvora, el Magdalena Grande, Cundinamarca, Bogotá, Valle, Catatumbo, Norte de Santander, Meta, Casanare.
En el mencionado periodo de seis años, fue impresionante también el desarrollo de otros frentes de las AUC, y de modo llamativo en costa caribe, el piedemonte llanero, el sur y occidente. Esas zonas pasaron a denominarse Bloque Norte, Catatumbo, Centauros, Vencedores de Arauca, Bloque Pacífico.
Es sumamente importante tener en cuenta que en este acelerado crecimiento del paramilitarismo, las FARC se encontraban sometidas a las complejas negociaciones de paz, desarme y desmovilización con el gobierno del presidente Uribe y su ministro de Defensa, Juan Manuel Santos; todo lo cual sin duda les complicaba mucho sus iniciativas y movimientos, con el agravante adicional de las exitosas victorias militares alcanzadas por Uribe y Santos, que produjeron un curso radicalmente distinto a la estrategia militar del sucesor de Marulanda, Alfonso Cano, e impulsaron definitivamente las negociaciones de paz con las FARC.
Es bien conocido que en la búsqueda de los autores materiales de la muerte de Jesús Santrich se cruzan interpretaciones. Se piensa en cazarrecompensas en dólares y en pesos. Desde luego, nada puede descartarse, pero si algo es evidente en este embrollo, es el peso del narcotráfico y las muy profundas vinculaciones entre ese factor, los bloques paramilitares, incluidos los desprendimientos de frentes guerrilleros de izquierda tradicional, tales como las FARC y el ELN y fragmentos escindidos de grupos residuales en activo proceso de atomización. Desde hace ya un tiempo aprendieron a manejar la compra venta de parlamentarios, concejales, alcaldes, gobernadores, ministros, funcionarios judiciales, sin dejar de lado militares que puedan ser útiles. Sin embargo, aunque sea fácil fabular sobre corrupción, conjurar estas prácticas no debería ser especialmente difícil, cuando son muchos los venezolanos honrados decididos a denunciar y contribuir a cerrarle el paso a la infecta corrupción.
Américo Martín es abogado y escritor.
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