Economistas del OVF desestiman crecimiento sustancial en 2024, con o sin sanciones
Durante las últimas semanas ha prevalecido una narrativa que apunta al crecimiento económico en 2024, motivado por un mayor gasto público del Gobierno por tratarse de un año electoral, pero evidencia empírica presentada por economistas del OVF muestra que la actividad económica incrementa muy poco a raíz del gasto público en Venezuela
Entre 3% y 6% sitúan el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de Venezuela en 2024 los economistas María Isabel Díaz y Daniel Cadenas, colaboradores del Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF), en contraste con cifras de dos dígitos que proyectan otros expertos en la materia.
El argumento para sustentar estas cifras poco optimistas radica en la ineficiencia del gasto público y el levantamiento de las sanciones como impulsores de la actividad económica venezolana, por lo que su rendimiento podría ser similar al de 2022, con un incremento en la demanda, pero activación de sectores con poco valor agregado.
«El gasto público puede ser mucho, pero su capacidad para impactar la economía no es tan grande. Quizás aporte al consumo, pero no podemos decir que vía gasto público habrá un colchón amplio para la economía. Será muy discreto, economía muy parecida a 2022. Las licencias no van a resolver, para nada, el problema de producción e ingresos que tiene nuestro país en materia petrolera», destacó Díaz.
En línea con esta idea, la profesora de la Universidad Central de Venezuela (UCV) explicó que sus proyecciones estiman una inflación de entre 211% en el caso de que permanezcan las licencias petroleras y 263% si las retiran.
En cuanto al tipo de cambio oficial, espera que el dólar tenga un precio de Bs 73 sin sanciones a la industria petrolera y Bs 103 en caso de que Estados Unidos vuelva a aplicar sus restricciones.
El análisis en torno a las sanciones es más complejo, porque las licencias otorgadas por Washington para permitir a multinacionales energéticas operar en Venezuela sí tienen un impacto en la economía, pero no el suficiente para impulsar todos esos sectores que no tienen relación alguna con el petróleo.
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Díaz recuerda que estas empresas planifican a largo plazo y que necesitan estabilidad para tomar decisiones. Además, destaca que las inversiones no se traducen en crecimiento inmediato, por lo que incluso en el mejor de los casos, el verdadero impacto económico de un crecimiento de la industria petrolera podría apreciarse en 2025, pero la incertidumbre en torno a la política sancionatoria de Estados Unidos impide ver este panorama con claridad.
«Las licencias terminan siendo acuerdos muy de momento. Además, el gasto tiene rezago para ejercer fuerza sobre la producción o el crecimiento nacional. No tiene un impacto inmediato. Quizás se puede trasladar a 2025 si se mantienen las licencias todo el año», acotó.
Por su parte, Cadenas, presidente de la consultora Oikos Research, opina que el panorama a largo plazo es vital y más importante que el análisis de lo que pueda ocurrir solo en 2024.
En este sentido, cree que es necesario fijar la mirada sobre las elecciones en Estados Unidos, puesto que podría haber un cambio político que determine el futuro de las relaciones entre Caracas y Washington, especialmente considerando que quien lidera las encuestas es el candidato republicano Donald Trump.
Sin embargo, indistintamente de la persona que lidere Washington en los próximos años, Cadenas cree que las licencias no serán revertidas y que lo único que podría pasar es que la política sancionatoria se alivie o permanezca en statu quo, más no que se profundice.
Petróleo no hace milagros
Incluso en el marco de la estabilidad que podrían propiciar estas licencias a largo plazo en la industria petrolera, el economista recalca que el sector petrolero aporta solo 12% del PIB venezolano, mientras que el 88% restante corresponde a la economía no petrolera. Por tanto, incluso una mejora sustancial de producción petrolera no se traduciría en un impulso desmedido de los demás sectores económicos.
«En nuestro imaginario colectivo tenemos la concepción de que el PIB petrolero es enorme, pero cuando vemos las cifras del BCV es solo 12%. Sí, ahí se genera el 95% de las divisas que entran al país, pero en cuanto a la producción total interna de bienes y servicios solo representa 12%», aclaró.
Por si fuera poco, la economía petrolera y la no petrolera guardan poca relación. El sector energético no cuenta con un parque industrial compatible a nivel nacional que permita generar una cadena de valor importante.
«La economía no petrolera, por sus características, tiene muy poca capacidad para ensamblarse con la economía petrolera. Son pequeños y medianos negocios dedicados al comercio y a los servicios, muchos informales ¿Cómo Chevron, Eni, Chevron y Maurel & Prom van a hacer negocios con ellos? La capacidad que tiene la economía no petrolera para beneficiarse del impulso de la actividad petrolera es muy baja», agregó.
A estas condiciones poco óptimas, se suma el escaso efecto multiplicador del gasto público en el crecimiento económico, un indicador que han estudiado varios economistas en el país, según el cual, por cada dólar inyectado vía gasto público, solo se generan 0,03 dólares de crecimiento económico, teniendo uno de los peores rendimientos de toda la región.
La razón de este bajo efecto multiplicador del gasto público tiene que ver con la forma en la que se ejecutan esos recursos, que generalmente no están dirigidos a actividades productivas que generen valor agregado en la economía.
«¿Por qué la gente tiene eso en la cabeza? Porque nos acordamos del 2012. ¿Cuánto fue el gasto público de la campaña presidencial de Hugo Chávez en 2012? Pues, el que estaba presupuestado fue de $68.000 millones, pero se calcula que fue de $90.000 millones, más que el PIB de Venezuela actual. Si la base de cálculo es tan alto, por supuesto que se tiene que sentir un efecto», argumentó.
Teniendo en cuenta todos estos elementos, Cadenas proyectó un crecimiento del PIB para 2024 que puede ubicarse entre 3% y 6,8%. Estas cifras dependerán del rendimiento tanto de la economía petrolera como de la no petrolera y considera que no es optimista sobre alcanzar el límite superior de esta proyección, especialmente por el estancamiento al que parece estar condenada la economía no petrolera.
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Esto se debe a las dificultades que ha padecido la empresa privada para crecer y, en algunos casos, incluso mantenerse en un contexto en el que el acceso al crédito bancario es casi nulo y la demanda de la población escasa.
«Tengo incertidumbre sobre el sector no petrolera ¿Cómo empiezan las empresas no petroleras en 2024? La recesión por caída en las ventas hizo que tuvieran que bajar sus precios y afectando su rentabilidad. Esas empresas no tienen acceso al crédito, por lo que todo sale de su flujo de caja», subrayó.