Editorial | La gran contestación de Rafael Cadenas, ahora premio Cervantes
En TalCual amanecimos este lunes 24 de abril de júbilo, como todo el país democrático.
Desde las 5:30 am (hora de Caracas) nos conectamos a la trasmisión de la entrega del Premio Cervantes –el máximo galardón de las letras en español– a Rafael Cadenas, una de las voces más importantes de la poesía latinoamericana.
La ceremonia en la Universidad de Alcalá de Henares –Patrimonio de la Humanidad, como el recinto donde impartió clases por 37 años, la UCV– comenzó puntual, a las 12:00m en España estaba en los pasillos de la edificación medieval, sin corbata, aunque el protocolo lo exigía, pero a los 93 años no iba a ser la primera vez en usarla. Eso sí, cambió su característico chaleco beige multibolsillos, por una chaqueta y camisa azul.
Luego de la instalación del acto y de las palabras de ministro del Cultura español, Miquel Iceta, quien recordó que Cadenas “conoce las palabras exactas para defender al hombre de los totalitarismos”; vino uno de los momentos más emotivos de la velada: el rey Felipe VI le puso la medalla del Cervantes, segundos más tarde este se volteó a mostrársela a los asistentes, los presentes y los virtuales.
Ahí comenzó a llenarse el Twitter de mensajes como “Estoy llorando”, “Qué emoción”, “Aquí, soltando lagrimitas sin parar”. Y es que lo que vimos hoy los venezolanos no es poca cosa; y más cuando colegas, alumnos y lectores del homenajeado han tenido que salir del país y escribir sobre este y los años oscuros que ha dejado la revolución bolivariana, desde otras latitudes. Así como le tocó al autor de Cantos iniciales cuando la dictadura de Pérez Jiménez lo sentenció al destierro.
Decir que el discurso de Cadenas –amigo y colaborador de esta casa, donde publicó en el suplemento Literales de nuestra edición impresa hace poco más de una década sus primeras Contestaciones– fue atinado, generoso, democrático y oportuno es una redundancia; impensable esperar otra cosa de un hombre que defiende la palabra, el español y que se toma su tiempo para elegir el verbo preciso.
*Lea también: Cadenas tras recibir el Cervantes: «Es urgente defender la democracia”
Comenzó confesando que lo que estaba viviendo era un “honor” que lo sobrepasaba. Luego aseguró estar “lleno de España”. Esta afirmación dio pie para que explicar su relación –y la de muchos venezolanos– con el país europeo: el idioma, la familia de su difunta esposa y los profesores ibérico que llegaron a Venezuela a principio del siglo XX.
En su discurso tuvo palabras para los estudiantes y docentes de La casa que vence la sombra, de la que aseguró que “pese a no estar bien desde hace años, sigue siendo plural”. También recordó a su colega el nicaragüense Sergio Ramírez, desterrado y despojado de su nacionalidad por el gobierno de Daniel Ortega.
A medida que Cadenas iba entrando en su alocución, los venezolanos, de aquí y allá, seguíamos estremeciéndonos, nos dio en nuestro talón de Aquiles: la necesidad de libertad, democracia, la importancia de la educación en una sociedad y el recordatorio a no sucumbir a las neolenguas.
«El actual caos político guarda relación con la decadencia del lenguaje y … podríamos conseguir alguna mejora si empezáramos por lo verbal», dijo, recordando a George Orwell.
Para luego advertir: «Es urgente defender la democracia de todo lo que la asecha y para ello se requiere recrearla. Esa tarea le incumbe a la educación, que la ha descuidado (…) Los demócratas deben pedir a voces su renovación».
Este 24 de abril los demócratas, venezolanos y latinoamericanos, celebramos una vez más a Cadenas –y posiblemente, medio a escondidas lo hiciera Alfred Nazareth, por conocer el valor del verbo de este hombre, al que seguro vio infinidad de veces en ferias y encuentros literarios–, nos encontramos y conmovimos con sus palabras.
El gobierno venezolano es el único que no festeja abiertamente el Cervantes 2022, que lo reduce a un mero comentario al viento; y eso demuestra una vez más su talante y despropósito.
Una vez más, desde esta casa que también ha sido la suya, ¡Felicidades, maestro!