EDITORIAL | El compromiso de TalCual contra el silencio sigue vigente 24 años después
TalCual llegó por primera vez a un kiosco el 3 de abril del año 2000. Entonces un desafiante Teodoro Petkoff plantaba cara a Hugo Chávez y a una de sus primeras acciones autoritarias: ordenar que los propietarios del vespertino El Mundo lo despidieran, luego de haberlo encabezado por apenas ocho meses. Los suficientes para incomodar al poder con sus editoriales y su mordacidad.
La respuesta no fue el silencio. «Hola Hugo» se lee en aquella portada del número 1 de este diario, entonces un impreso vespertino y ahora una vibrante plataforma digital.
Era abril de 2000, cuando apenas la Constitución nacional cumplía poco más de tres meses de vigencia y una sociedad pensaba en las infinitas oportunidades de un gobierno popular, cargado de promesas y reivindicaciones, ahora con un diseño de República hecho cual traje a la medida y a las puertas de lograr su primera gran mayoría parlamentaria. Todos los ingredientes para avanzar sin mayores obstáculos.
Blandiendo esa misma Constitución, y faltando a ella, lo que vino fue un espejismo impuesto como forma de gobernar, mientras se agrietaba la democracia y se resecaba la pluralidad. El filo de la palabra de Teodoro y el trabajo periodístico en las páginas de este diario, rasgaban aquel velo mostrando las arbitrariedades, la corrupción, los engaños, la desinformación, la mala gestión… El retrato de un país que descendía, no sin voces que lo alertaron.
Luego se fue Petkoff y quedamos los periodistas al frente de esta plataforma, para mantenerla siempre útil a las audiencias y a la democracia, que no es un concepto vacuo. TalCual se ha consolidado como un medio de comunicación robusto, comprometido, plural y, especialmente, vigente a pesar de que se le ha querido silenciar, apagar, castigar, perseguir y eliminar.
Mostramos nuestras cicatrices, las de la crisis económica, las del contexto restringido. Pero también músculo, el de un equipo responsable enfocado en acompañar los deseos de una sociedad que busca reconstruirse, aquí o allá. Lo hace con el orgullo de haber llegado a su 24 aniversario sin claudicar y sin perder su esencia.
24 años después, TalCual puede decir que ha cumplido su tarea, y continúa haciéndolo, con el periodismo como bandera y la innovación como reto, sin haberse empantanado. No es poca cosa en este país, ejemplos distintos sobran.
Los principios fundamentales que rigieron la fundación de este diario siguen presentes. En lamentable contraste, aquellos contenidos en el articulado de la Constitución, nacida casi en paralelo, han sido irrespetados: desde las garantías sociales y de los derechos humanos, hasta las de índole política. La Carta Magna yace herida luego de soportar tanto incumplimiento y tanta humillación.
Y ahora se suma un nuevo peligro. El poder busca imponer más silencio y castigos, exclusión y persecución con un nuevo instrumento jurídico forjado a la sombra del autoritarismo. Una ley «contra el fascismo» delineada desde el propio caldo que describe, cuya discrecionalidad será clave para tratar de condenar la expresión y la disidencia, que viene a sumarse a los peligros ya manifiestos de las leyes anti-sociedad y anti-solidaridad, y todas aquellas vigentes o propuestas que finalmente han conducido a imponer mordazas, a veces redundantes.
Es otro elemento que entra a jugar en un 2024 que le exigirá a la sociedad venezolana sabiduría, temple, flexibilidad e inteligencia. Por eso, este año TalCual celebra su aniversario ratificando su misión de acompañar ese deseo de cambio de un país que vivió las verdes y no encontró sino mayores penurias en las maduras. Lo haremos con nuestra cobertura informativa profesional, con los productos y formatos necesarios, con la denuncia precisa y con el contraste requerido.
Sabemos que una sociedad mejor informada es capaz de tomar mejores decisiones. Pero el poder también, por eso insistirá en impulsar cada vez más narrativas desinformantes, cada vez más plataformas y «agencias» diseñadas para manipular a las audiencias, cada vez más propaganda. Desde esta trinchera seguiremos cumpliendo nuestro rol de vigilantes y promotores de la democracia, tomando las cicatrices de 24 años como enseñanzas para hacer más y mejor periodismo.