EEUU opta por «Fórmula Arria» en crisis venezolana para evitar veto de Rusia
En marzo de 1992 se aplicó por primera vez la “Fórmula Arria”. 25 años más tarde, su mecanismo vuelve a ser instrumentado para discutir sobre Venezuela en el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas, por convocatoria de Estados Unidos el 10 de septiembre de 2018
Creada por Diego Arria cuando era embajador de Venezuela ante las Naciones Unidas, se trata de un formato creado para discutir temas en el Consejo de Seguridad con un formato más flexible que el habitual, de carácter muy oficioso, y con personas a las que, en opinión del miembro o miembros del Consejo que cursan la invitación resultaría interesante escuchar. Entonces, el exgobernador de Caracas fungía como presidente del Consejo de Seguridad, para el período 1992-1993.
Es, por tanto, una reunión informal en la cual el convocante sirve a su vez de mediador, que no está prevista en la Carta de las Naciones Unidas ni en el reglamento provisional del Consejo de Seguridad. Sin embargo, se basa en el arreglo del Artículo 30 de la Carta, que autoriza a la instancia a ser responsable de su propio reglamento y establecer sus propias prácticas.
Para el 10 de septiembre de 2018 se convocó una reunión para tratar la crisis venezolana. Fue a solicitud Estados Unidos, al asumir la presidencia de la instancia. Nikki Haley, embajadora de Estados Unidos, llamó a discutir como primer punto el tema de corrupción en Venezuela y su relación con la crisis humanitaria del país.
Durante esa convocatoria, participó Venezuela en la reunión informativa. El representante por el Estado venezolano rechazó «el abuso de los temas» para «forzar el tratamiento de situaciones internas de países soberanos», afirmando que se trata de un abuso que sienta un «peligroso precedente y ratifica el caracter arbitrario de esta presidencia». Ya en noviembre de 2017 había ocurrido un evento similar.
Las reuniones celebradas con arreglo a la “Fórmula Arria” se distinguen de las consultas del pleno en que no constituyen una actividad formal del Consejo de Seguridad, y por lo tanto cada integrante decide si participa o no; además no se anuncian en el Diario de las Naciones Unidas ni se espera que los miembros de la Secretaría asistan, a excepción de los intérpretes y un oficial de conferencias, a menos que sean expresamente invitados. Además, no se produce una resolución ni decisión vinculante al final de las exposiciones.
¿Por qué aplicarla a Venezuela?
El Consejo de Seguridad de la ONU tiene 15 integrantes, de los cuales cinco son permanentes. Esos son: China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos.
El resto tiene mandatos variables. Bolivia, Etiopía, Kazajstán, Países Bajos y Suecia forman parte del Consejo hasta 2018. Mientras que Costa de Marfil, Guinea Ecuatorial, Kuwait, Perú –también integrante del Grupo de Lima– y Polonia tienen su silla hasta 2019.
No obstante, el caso venezolano se discute bajo la “Fórmula Arria” por una razón sencilla: al no ser una reunión formal del Consejo de Seguridad no se rige por el reglamento de sesiones que establece el poder de veto a las cinco naciones de representación permanente, establecido en 1945.
Rusia y China son aliados de Nicolás Maduro y pudieran censurar cualquier intento de tratar la crisis venezolana en la instancia más importante de las Naciones Unidas o, al menos, el contenido de una resolución conjunta al respecto.
Se toma entonces la “Fórmula Arria” para discutir el caso, dando cuenta de la importancia que tiene el tema para la comunidad internacional, y visibilizar los aspectos que profundizan el expediente de acción de la administración de Maduro.
Para el encuentro del 10 de septiembre fueron invitadas organizaciones de la sociedad civil (algo que se permite desde 2000) y representantes del Estado venezolano, que no asistieron. La exposición central estuvo a cargo de Transparencia Venezuela.
Durante la reunión, los países participantes manifestaron su interés en que la crisis venezolana, humanitaria y migratoria, tenga resolución pronta, para lo cual ofrecieron, en algunos casos, sus buenos oficios.
Así nació
En 1992, durante la crisis en la antigua Yugoslavia, un sacerdote bosnio viajó a Nueva York para solicitar reuniones individuales con miembros del Consejo de Seguridad. Solo Diego Arria aceptó reunirse con él, y consideró que su historia debía ser conocida por los restantes integrantes de la instancia. Pero las normas lo impedían. Arria invitó entonces a los representantes de los demás países a tomar café con el sacerdote.
Hoy en día, la “Fórmula Arria” se aplica en reuniones habituales, de alto nivel, incluso con frecuencia mensual. Su importancia es tal que durante su realización no es convocada ningún otro evento relacionado al Consejo de Seguridad, haciendo de estos encuentros una ocasión que combina la informalidad con la formalidad para que los participantes “se abran” al mundo “real”.