Ego, detective de ultratumba; por Simón Boccanegra
Ayer, en el Panteón, Ego Chávez continuó cobrándole a sus secuaces y acólitos la derrota del 2D. Cuando este minicronista escribe esta nota volandera, Ego lleva más de cuatro horas torturando a su gabinete, y en particular a Jorge Rodríguez, jefe del Comando Zamora y por tanto principal responsable de la cagada, con la lectura de una interminable monserga sobre temas tan capitales para la salud de la patria como el de que la cama donde nació Bolívar no es la verdadera y que eso debe aclarársele a los visitantes de la casa natal de El Libertador. Pero el tema de fondo, ya lo sabemos, es el de su último capricho: el supuesto asesinato de Bolívar. Cuando algunos de los más grandes novelistas de este continente se comprometieron a escribir las novelas de los dictadores latinoamericanos (de ese compromiso surgieron » El Otoño del Patriarca», «El Discurso del Método», «Yo, El Supremo») ninguno imaginó, entre las truculencias y desmesuras que atribuyeron a sus «héroes», ninguna que se pudiera equiparar a esta loquera de Ego Chávez. Ni el más atrabiliario de los tiranos de este hemisferio tuvo ocurrencia semejante.Ya ordenó la apertura del catafalco donde reposan los restos de Bolívar; seguramente se apresta a adelantar pruebas de ADN para ver si esas son, en verdad, las sagradas cenizas. Pero ese fue apenas el preámbulo. Después le entró al tema del maletín millonario, con los lugares comunes de siempre. Cuando terminó la ladillada audiencia salió corriendo en busca del baño más cercano.