El 19 de abril y el fin de la república, Jesús Armas
Twitter: @jesusarmasccs
“…la manía del desplazamiento perpetuo de los movimientos totalitarios,
que solo pueden hallarse en el poder mientras estén en marcha
y pongan en movimiento a todo lo que haya en torno de ellos”.
Hannah Arendt
Construir el Estado venezolano no fue tarea sencilla. Nuestra corta historia está llena de golpes militares, caudillos regionales, líderes mesiánicos y de múltiples constituciones que hicieron de la construcción de nuestro Estado un emprendimiento titánico.
El 19 de abril fue uno de muchos hitos importantes que contribuyó a la creación de una narrativa nacional y a aseverar la importancia de la construcción de instituciones. En esa fecha, el Cabildo o Ayuntamiento de Caracas dio un golpe de Estado, iniciando así un proceso constituyente que concluyó con la sanción de la Constitución Federal para los Estados de Venezuela en diciembre de 1811. Napoleón fue la excusa, pero la realidad es que había un espíritu libertario dentro de parte de la élite venezolana.
Esa constitución, redactada por Roscio y Mendoza, inspirada en el liberalismo de los Estados Unidos, dejaba claro que el principio del federalismo era central. Cada provincia tenía la facultad de organizarse a sí misma, siempre y cuando conservaran los valores consagrados en la Constitución. Era descentralización pura. Sin embargo, esta primera carta magna duró solo siete meses, pero fue un precedente del anhelo de los venezolanos de tener una república liberal, independiente, con el poder limitado y descentralizado.
Otros esfuerzos importantes en la construcción del Estado venezolano vinieron de la mano de personas tan diversas como el llanero Páez, Guzmán Blanco, los andinos que gobernaron buena parte del siglo XX y, por supuesto, de Betancourt y todo el liderazgo democrático. Venezuela llegó a ser una nación democrática, con separación de poderes y con un claro control del territorio.
Durante el siglo XX se consolidó el Estado, cada amenaza era controlada. Mientras nuestro hermano país lidiaba con la guerrilla, en Venezuela estas insurrecciones fueron derrotadas y pacificadas por la democracia.
El último gran avance de nuestro Estado llegó en la década de los 80. Pérez, con sus reformas, avanzó en algunas tares clave como la apertura petrolera (paradójicamente, él fue también el responsable de la nacionalización) y quizás de lo más importante fue la descentralización política.
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A partir de ese momento los venezolanos pudimos elegir a través del voto popular a nuestros alcaldes y gobernadores. Eso fue un proceso maravilloso porque permitió que los gobernantes estuviesen más cerca de la gente, que compitieran entre ellos por hacer una mejor gestión y que se crearan nuevos liderazgos en todo el país.
Lamentablemente, el chavismo tiene una vocación distinta, su objetivo es el caos. Han buscado sistemáticamente desbaratar el Estado que tantos años y esfuerzo costó construir. No solo han perdido el control del territorio dejando que los «pranes» controlen barrios o parroquias completas, sino que han dejado que grupos guerrilleros controlen regiones y que hoy exista una crisis de desplazados. Por si fuera poco, intentan acabar con el proceso de descentralización y con los vestigios de la república liberal a través de la construcción del Estado Comunal.
El Estado Comunal es inconstitucional y ya fue rechazado a través del voto popular en un referéndum. No obstante, Maduro entiende que mantener cualquier forma institucional de la tradición occidental democrática es dejar un espacio de lucha y de legitimidad, la Asamblea Nacional le ha hecho mucho daño. Su forma de autoritarismo tiene una vocación en parte totalitaria, pero en parte anárquica, el caos los fortalece.
El Coqui, la guerrilla o el Estado Comunal, son herramientas para generar terror y para sostener el poder, Maduro busca acabar con la república y gobernar eternamente una tierra arrasada.
La labor de los demócratas de hoy es defender las ruinas de las instituciones republicanas, defender la división de poderes, la Asamblea Nacional, la descentralización y, por ende, nuestras libertades individuales. Es de fondo derrotar la tiranía y el caos. En el futuro, y espero que sea cercano, el objetivo será la reconstrucción del Estado, nos tocará leer y aprender de Roscio, entender a Adenauer e incluso volver a Locke.
Jesús Armas es Ingeniero Industrial (UCAB). Master en Políticas Públicas, Universidad de Bristol, Reino Unido. Concejal del Municipio Libertador 2013-2018. Activista del partido Primero Justicia.
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