El acercamiento social de la cocina, por Miro Popić

¿Cómo será la cocina venezolana luego de que acabe esta pandemia? Con esta interrogante como problema, los amigos de Margarita Gastronómica han iniciado una consulta entre especialistas en la cual me han incluido. Me parece precipitado sacar conclusiones cuando la situación está lejos de estar controlada pero, con lo vivido hasta ahora, es evidente que nada volverá a ser igual.
El mundo seguirá siendo el mismo, cambiará sólo la manera de entenderlo, lo miraremos de manera diferente. Esto afectará también la cocina. ¿Cómo veo esos cambios?
En épocas de confusión es recomendable volver a los clásicos. Aplicado a la comida, hay que regresar a los orígenes. Surgirá una nueva manera de enfrentar la realidad que viene y creo que será hacia adentro, valorizando el entorno geográfico, recordando nuestros orígenes, respetando los períodos de cosecha, las vedas, sincerando nuestra relación con la naturaleza. No cambiará la cocina venezolana, sino que la hará mejor.
Se estrecharán vínculos en toda la cadena alimentaria, tendremos conciencia de nuestra fragilidad, nos haremos más solidarios.
La cocina será más humana y menos superficial, pensaremos más en la simplicidad para dar de comer a los demás y desecharemos lo fatuo, lo superficial. Cocinaremos rico, no solo bonito.
La necesidad de comer fuera de casa seguirá existiendo y por ahí hay que recomenzar. Si los clientes no vienen hacia tí, habrá que salir a buscarlos, pensando en función de sus necesidades. La cena de placer o el almuerzo de negocios tendrán que esperar. Ahora es tiempo de cocinar para la gente hasta que surja una nueva estabilidad antes de la próxima pandemia.
En esta época de distanciamiento social, la cocina debe ser el vínculo de acercamiento social. Comeremos en grandes mesones compartiendo la misma preparación. Nos serviremos nosotros mismos. La olla será común. El compartir será lo más importante.

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La cocina como espectáculo será superada y nos olvidaremos de ella como si fuera un mal sueño. Todos somos necesarios e imprescindibles, cada quien en su área, en su espacio, en su arte y conocimiento. Empezando por los productores que serán más importantes que nunca. Habrá que trabajar más en equipo en función de un objetivo común. Cocineros y comensales deberán compartir ideas donde ninguno se imponga sobre el otro.
Se acabaron las estrellas Michelin. Ahora todos somos estrellas. No sólo el chef y su vanguardia, también los productores y, más que nada, los comensales.
El ego pasará a segundo plano y volverá la cuchara de madera a mover la cazuela con lo nuestro, apagando espumas con candela sin necesidad de hidrógeno líquido ni humo artificial. Si el virus nos ataca a todos por igual, bueno, todos tendremos que enfrentarlo como uno solo.
Cocinaremos para todos, comeremos juntos, limpiaremos la mesa para que mañana sea otro día. Un día junto a la hoguera, donde nació la cocina.