El adeco borbónico, por Simón Boccanegra
¿Recuerdan el cuento del alacrán y la rana? Pidió el alacrán a la rana que lo llevara de un lado al otro del río y a mitad de camino, a pesar de haberle asegurado que no lo haría, le metió la ponzoña. Murió la rana y se ahogó el alacrán. Agonizante, la rana alcanzó a preguntar por qué le había hecho aquello. «No sé, es mi naturaleza», respondió el alacrán. ¿De qué otro modo explicar la conducta del gordo Marín, secretario general de AD? Se queja de la intemperancia de Chávez ante los medios pero ayer, igualito que este, embistió contra TalCual porque no le gustó lo que dijimos. Pero, de paso, de un modo totalmente desconsiderado y sin venir a cuento, agredió al partido Unión y a su presidente, Arias Cárdenas, con los cuales, por cierto, ni el periódico ni su director tienen otros vínculos que no sean los de la amistad de años -como los que tiene con el propio Gordo, por cierto. Con razón un lector nos escribió ayer diciéndonos que ante las últimas posiciones de AD y Copei recordó por qué había votado por Chávez en 1998. De los Borbones se dice que ni olvidan ni aprenden. Este minicronista no quisiera pensar lo mismo de los adecos.