El autor intelectual y político, por Simón Boccanegra

La bestialidad del jueves pasado, cuando una patota de bárbaros que no disimulan su chavismo, emergió de la sede de Ávila TV para atacar, con garrotes y cachiporras, y saña inaudita, a un grupo, más bien reducido, de periodistas de los diarios de la Cadena Capriles, con el saldo de diez de ellos en hospitales, no acepta excusas ni explicaciones acomodaticias por parte del gobierno. No es un «exceso» atribuible a «grupos incontrolados».
Es parte de una política. La creciente violencia física de sus bandas armadas es expresión de una política deliberada del oficialismo, dirigida a sacar de la calle a opositores y disidentes a punta de coñazos y hasta de tiros. En la misma mañana, la marcha de universitarios fue detenida por la policía, a lacrimógena limpia, antes de que pudiera llegar a la Asamblea Nacional. Luego, esa misma policía abrió sus filas para que pudieran pasar al ataque contra los manifestantes los patoteros de Navarro, Acuña, Cilia Flores y, en definitiva, de Chávez. Ambas agresiones poseen el mismo formato, y están animadas por el permanente discurso desaforado de Chacumbele, quien no ahorra descalificaciones brutales contra sus adversarios. ¿Cómo sorprenderse de que los grupos violentos que siguen al Presidente no sientan que están simplemente cumpliendo las instrucciones que se desprenden de una cháchara interminable que promete «aplastar», «pulverizar», «volver polvo cósmico» a sus adversarios? Chacumbele puede intentar desmarcarse de Lina Ron o de los salvajes de Ávila TV pero mientras mantenga el discurso intolerante, discriminador, brutal que le es propio cuando desconoce los derechos de quienes lo adversan, continuará siendo visto como el autor intelectual y político de tales actos de barbarie.