El baile ni tan desordenado de Emigdio Suárez con su Perro
El venezolano Emigdio Suárez retomó su carrera musical, ahora como solista, y entrega el disco Perro, donde hace mover caderas pero también invita a la reflexión y la complicidad, siempre con ritmos latinos
Autor: Víctor Amaya
Son dos momentos de su vida. Durante 14 años, Emigdio Suárez compuso canciones, bailó en tarimas y acompañó las giras de Desorden Público. Fue tecladista y autor de varias piezas de la agrupación caraqueña que hace música a partir del ska. Luego, en 2003 abandonó la banda para continuar trabajando como productor y haciendo música para televisión. Hasta que le llegó el silencio por completo. «Me retiré», recuerda.
Mudado a Miami y dedicado a otra vida, «me comencé a encontrar con muchos músicos, incluyendo a Erik Aldrey, que es un tremendo productor». Con el también venezolano -cuya carrera se extiende por más de dos décadas y cuyos créditos incluyen trabajos con Los Amigos Invisibles, entre otros, y tres nominaciones a los premios Latin Grammy- discutió colaboraciones, volver a los estudios, imaginar nuevas piezas. «Le mostré unas ideas desordenadas y hasta caóticas y cuando las escuchó me dijo ‘creo que podemos hacer algo, vamos a ver si terminamos 3 o 4 temas’. Pero se creó un ambiente muy bueno y terminamos un disco completo», narra Emigdio desde Florida, en Estados Unidos, sobre su nuevo disco, Perro.
Las grabaciones ocurrieron en el año 2016, y se logró convocar a talentos criollos expatriados, como el guitarrista Hugo Fuguet, el baterista José Román Duque y el guitarrista Antonio Rojas, también un ex Desorden Público. «Lo más fácil fue conseguir que músicos de alto nivel colaboraran de manera tan espontánea y me dieran tracks increíbles», confiesa Suárez sobre el trabajo que finalmente produjo 10 piezas: seis originales, dos versiones de terceros (Ismael Rivera y Blondie)y dos regrabaciones de un par de piezas que Emigdio ya había registrado con Desorden y ahora pudo completar con su propia visión: “África” y “Rosas azules”.
«Hicimos este disco con músicos en cuatro o cinco ciudades diferentes, y la tecnología lo hizo sencillo», cuenta Emigdio, quien afrontó por primera vez la tarea vocal de sus canciones. «No me considero un cantante, de hecho siempre he escrito letras y música pensando que otra persona iba a cantar. Pero en algún momento me di cuenta que este sería mi documento de presentación personal».
No lo hace solo, pues su amigo Horacio Blanco lo acompaña, por ejemplo, en «Piedra sobre piedra», y audios de Arturo Úslar Pietri y Renny Ottolina le completan el mensaje a la canción que cuenta con Juan Manuel “Mamel” Roura (de Los Amigos Invisibles) en la batería. Una pieza cargada de optimismo, de lo que puede venir, de reconstrucción allí donde «después del desamparo siempre queda tiera fértil donde volverá a crecer la hierba».
«Es un disco muy caraqueño, por la temática y por esa mezcla tan rara de que todo pasa al mismo tiempo, como en una suspensión temporal con el paisaje más hermoso del mundo, con la gente más amable del mundo, pero también con otra que está muy brava, con una especia de caos». Un sentido tricolor en las canciones impreso porque «todos los músicos que tocan, excepto los metales, son venezolanos. De esos, casi todos viven fuera de Venezuela, pero todos tenemos al país adentro cuando tocas».
La mezcla final tiene como base el reggae, «con mucho funky, pero suena muy latino», con mayor presencia de percusión que de metales, por ejemplo, y estéticas que invitan más al baile que a la contemplación. Lo logra Emigdio Suárez al trabajar ritmos caribeños, afrovenezolanos y electrónicos. Algo que consiguió cuando entendió que la manera de producir un disco había cambiado en casi tres lustros. «Me sentí un poco oxidado, pero eso es como montar bicicleta y pasadas unas semanas ya la cosa fluye».
El disco Perro de Emigdio Suárez y la Superpower se distribuye en plataformas digitales como Spotify, Amazon y Apple Music y tiene una edición en físico, pensada para nostálgicos de otra época como su propio autor. «Lo más difícil fue darme cuenta de que todo se mercadea diferente, por redes sociales. Una amiga publicista me reclamó que no grabé videos ni hice fotos de las grabaciones. Yo le dije: ‘no, porque yo estaba haciendo un disco'», ríe el venezolano. «Esa nueva manera de ver el proceso me tomó por sorpresa», admite.
Pero aprovecha de promocionar su página en Facebook, su Instagram y su recién estrenada página web.
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