El bloqueo cumple años, por Simón Boccanegra

Alguien dijo que el hombre es el único animal que tropieza con la misma piedra dos veces. Pues bien, ayer se cumplieron cincuenta años desde que Estados Unidos le impusiera el embargo comercial a Cuba y la inefectividad de la medida ha quedado demostrada para todo el mundo menos para los yanquis. Tienen demasiado tiempo tropezando con esa piedra.
Es evidente que su objetivo no se logró, pero ello no impide que, por lo menos nominalmente, el embargo se mantenga por parte de la administración de Barack Obama. No obstante, quien más quiere el bloqueo es Fidel Castro.
Su existencia ha sido la excusa perfecta para que el régimen que dirigió y que le traspasó a su hermano, como en la mejor monarquía, haya cometido todo tipo de atropellos, violaciones a los derechos humanos y les permita justificar la falta de democracia en la isla.
Cualquier propuesta o iniciativa que no contara con la bendición del gobierno castrista, era una inspiración de los agentes imperialistas que promovían el bloqueo.
No importó nunca que el gobierno de La Habana mantuviera relaciones diplomáticas y comerciales con muchos otros gobiernos en todo el mundo, con lo que evadían la medida gringa.
El bloqueo era la causa de que la revolución no alcanzara su promesa de traer el paraíso a este mundo. Si la mayor parte del campo cubano estaba sin arar y, por lo tanto, sin producir un kilo de comida, la culpa era y es del bloqueo.
Si la producción de la isla es paupérrima en casi todos los renglones de la actividad económica, la culpa era y es del bloqueo. El fracaso de la revolución es evidente, el sistema comunista no ha funcionado en ninguno de los cuatro continentes en que se ha puesto en práctica, pero eso no impide que algunos trasnochados lo quieran replicar en estas tierras. Y es que el bloqueo no es sólo económico, también es mental, el más peligroso de todos.
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