El caso Ballestas, por Simón Boccanegra
El caso Ballestas terminó de la única manera posible: extraditado a Colombia. Siempre sostuve que este asunto, pese a la apreciación de algunos sectores de acomodaticia concepción de la legalidad, había sido correctamente manejado por el Gobierno. Cuando Ballestas fue detenido, la PTJ no podía entregarlo a la policía colombiana, porque, incluso acusado de terrorismo, sólo podía pasar a manos de la justicia vecina previa solicitud de extradición. Así como el asesino Pinochet sólo podía ser entregado al juez español una vez acordada la extradición que finalmente Inglaterra negó, igual debía ocurrir con Ballestas. Al ser detenido, y mientras Colombia formulaba su solicitud de extradición, debía ser juzgado y condenado por el delito cometido en suelo venezolano; una vez libre de esta pena (por acción de la nueva ley que descriminaliza la posesión de documento falso), el Tribunal Supremo debía decidir sobre la solicitud de extradición. Así ha sido. Venezuela no protegió a un terrorista. Simplemente le garantizó el debido proceso para que pudiera ser sometido a la justicia de su país.