El caso Román Chalbaud, por Simón Boccanegra
Uno de los casos de degradación moral, de descomposición personal y política más irritantes de estos años lo constituye Román Chalbaud. No encuentro para él otro calificativo que se le ajuste como guante a la mano que el de rata. Román fue un buen cineasta hasta que transformado en el cineasta oficial del régimen, sus dos últimas producciones, » El Caracazo» y «Zamora», dieron buena cuenta de lo que ocurre con el talento cuando se tarifa y vende al mejor postor. Produce basura. Hace cine de encargo, complace al Jefe. Pero el colmo es que para anunciar su nueva película (que seguramente será un bodrio como las otras dos), Román tenga las bolas de presentarse como un cineasta y autor teatral perseguido por la Cuarta República, cuando supuestamente no se le permitía filmar ni presentar obras de teatro. Se necesita ser un tipejo capaz de cualquier bajeza para sostener públicamente esta canallada. ¿Nos cree desmemoriados? Román fue el cineasta que más financiamiento recibió en aquella época, al punto que el Estado creó una «Fundación Román Chalbaud», millonariamente financiada. Fue quien más películas realizó, todas con plata del Estado, y filmó lo que quiso, lo premiaron (hasta el premio Nacional de Cine recibió), y homenajearon abundantemente por esas películas, esas que Chávez calificó de «putas y maricos», ignorando que al autor de ellas lo tenía sentado al lado y quien con infinita cobardía ni siquiera chistó, tragándose el insulto y la descalificación con el mayor gusto. Jamás se le impuso ninguna forma de censura. Ahora, con su cara de vieja madama, se presenta como un «héroe», un «perseguido», él, Román Chalbaud, el niño mimado de la burguesía ilustrada y de los canales de televisión, donde se cansó de hacer plata. ¡Qué de miserias deja la borra de este régimen!