El Chelsea, y por qué no debe ser descartado como ganador de trofeos, por Gustavo Franco
El Chelsea es un equipo que desde que fue adquirido en 2003 por el magnate ruso Roman Abramovich, ha presumido de billetera para acaparar grandes talentos y entrenadores que le han traído títulos. El equipo del oeste de Londres, sin embargo, entre épocas ganadoras también ha pasado crisis que siempre terminan resolviéndose con el despido del entrenador.
El nuevo dueño del banquillo pediría a su vez nuevos jugadores para complementar al gran talento ya disponible. Muy rara vez se veía a un jugador de la academia del equipo blue llegar a establecerse en el primer equipo. John Terry, jugador ya retirado y que trabaja como asistente técnico en el Aston Villa, fue el último. Hasta que llegó Frank Lampard.
El exmediocampista de la selección inglesa venía a sustituir a Maurizio Sarri, que trajo fútbol de posesión, algo que no se acostumbraba ver en el Chelsea. Una temporada irregular hizo que el italiano regresara a su país a entrenar a la Juventus, pese a ganar la Europa League y clasificar a Liga de Campeones.
El Chelsea iba a necesitar de un entrenador que supiera utlizar todos los recursos a su disposición debido a que el club está bajo una sanción que le impide traer nuevos jugadores. Así, Frank Lampard llegó tras muy buenas sensaciones en su primera temporada como entrenador. Llevó al Derby County al borde de un ascenso a la Liga Premier inglesa. Su llegada trajo una revolución al equipo londinense.
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Decidió apostar decidimente por jugadores de la academia del Chelsea, que ya conocía por haber sido jugador blue durante tanto tiempo (13 años). Jóvenes como Tammy Abraham y Mason Mount habían pasado la temporada pasado prestados en Aston Villa y Derby County respectivamente. El joven central Fikayo Tomori ha sido una revelación, al igual que el lateral derecho Reece James, quien incluso se ha permitido anotar un gol y dar una asistencia.
Callum-Hudson Odoi en lo que va de temporada parece tener más oportunidades que en la pasada. La jugada no le ha salido mal. Tras un inicio incierto para el equipo, en este momento el Chelsea marcha quinto con una derrota en cinco partidos. Tammy Abraham es líder en la tabla de goleadores junto a Sergio Agüero. Mason Mount ha aportado cuatro goles y una asistencia desde el mediocampo.
Si bien los resultados ya se han estabilizado desde el inicio de la campaña cuando el Chelsea perdió por goleada ante el Manchester United, hay algo que hace de la situación de los blues un poco mejor. Johan Cruyff reflexionaba hace ocho años en una entrevista y decía que “los equipos que marcan épocas siempre han tenido seis o siete jugadores de la academia”.
Traía como ejemplos al Milan de Arrigo Sacchi, el Ajax de Van Gaal, o su propio Dream Team del año 1992. Se puede especular sobre las razones de ello. Los jugadores que juegan desde temprana edad juntos se conocerán mejor. Que se juega con una mayor sensación de apego al club. O también que los jugadores son capaces de entender y ejecutar la visión del club.
Así, Lampard se encuentra con una situación que le viene bien. El club está forzado a tenerle paciencia porque no pueden hacer fichajes. Para el entrenador, esto es una especie de escudo ante críticas por posibles malos resultados. Pero es que Lampard está en su segunda temporada como director técnico, lo cual le sirve para acumular experiencia.
Por último, está forzado a darle protagonismo a los jóvenes del club, lo cual le permitirá moldearlos y hacerlos jugar de acuerdo a una visión, la suya. Y eso es un bien sumamente preciado en el mundo del fútbol.