El chingo y el sin nariz, por Simón Boccanegra
El presidente se fue a Bolivia y dejó dicho a sus partidarios que no presionaran al Tribunal Supremo. Los tupamaros, con todos los micrófonos de la televisión por delante, anunciaron que ellos y otras organizaciones estarán frente a la sede de aquél. Esto tiene dos lecturas. Una, el doble discurso. Una de las bocas de Chávez se muestra conciliadora mientras la otra, por debajito, empuja el peo. Porque si los tupas y otros van, usted, lector(a), puede estar seguro(a) de que se armará un peo. La otra lectura es que a este gobierno ya no le paran ni sus propios partidarios e igual armarán el zafarrancho. Está desbordado por su flanco izquierdo. Las dos lecturas son igualmente malas. Si la verosímil fuera la primera, estaríamos en presencia de un gobierno camorrero, que finge hablar bajito pero carga un garrote en la mano para tratar de intimidar a sus adversarios. Si lo fuera la segunda, eso indicaría que se acentúan las posibilidades de caos social y político. Si nos pela el chingo, nos agarra el sin nariz.