El CNE así no sirve, por Teodoro Petkoff
El Consejo Directivo de Ojo Electoral, organización de observación electoral, integrado por Ignacio Ávalos, Eleazar Díaz Rangel, Carlos Genatios, Alejandro López Arocha, Elías Pino Iturrieta y el padre José Virtuoso, emitió el viernes pasado un comunicado en relación con los próximos procesos electorales. Queremos llamar la atención sobre un párrafo esencial en el breve texto, que se hace eco de una percepción muy generalizada en amplios sectores de la sociedad. “Ojo Electoral considera que la composición de la directiva del Consejo Nacional Electoral (CNE) carece del necesario equilibrio político que requieren los procesos electorales desde sus propios inicios, a los fines de garantizar la imparcialidad y transparencia. En estas circunstancias, el CNE, como árbitro, está obligado a ofrecer señales de confianza, y a conducir el desarrollo de los sufragios en todos sus capítulos apegándose estrictamente a las normas, particularmente mostrando su disposición a escuchar y procesar, de manera eficaz y oportuna, las observaciones que planteen los diversos actores políticos que participen en los procesos, especialmente si ellas provienen de organizaciones de la oposición”.
El peso de esta declaración lo da, precisamente, la naturaleza plural y el carácter no partidista de Ojo Electoral, así como la seriedad y el prestigio personal de sus integrantes, quienes, independientemente de sus conocidas posiciones políticas pero, precisamente, a partir de ellas, hacen este señalamiento fundamental sobre el desequilibrio en el CNE. La composición de éste, en el cual cuatro de sus cinco rectores se identifican con el gobierno, alimenta la desconfianza en los mecanismos electorales. Varias veces Jorge Rodríguez ha declarado sobre la necesidad de recuperar la confianza en el voto. Plausible empeño que será vano, sin embargo, de mantenerse una desigualdad tan marcada entre los factores políticos representados en el CNE. Aducir que ninguno de los cuatro rectores de marras pertenece a los partidos oficialistas no sería un argumento serio.
Los procesos electorales recientes no dejaron lugar a dudas acerca de la orientación política de los rectores, tanto los de un lado como los del otro. Los nuevos rectores, Tibisay Lucena y Oscar León Uzcátegui, comulgan, también, con el chavismo. Esto, desde luego, no los descalifica en lo personal, como no descalifica a Rodríguez y Battaglini la misma circunstancia -ni a Sobella Mejías la opuesta- pero ellos mismos habrán de convenir que en un país donde, en números redondos, la cosa está partida por la mitad, un CNE tan exageradamente desequilibrado no es políticamente equitativo ni moralmente justo.
De mantenerse esta situación poca duda puede caber de que los mecanismos electorales se devaluarán sensiblemente y la confianza en el voto puede ser afectada muy negativamente. El resultado podría ser una enorme abstención y mayores distorsiones antidemocráticas en la conformación de los poderes públicos. En este sentido, más oportuna no puede ser la llamada de atención que hace Ojo Electoral.