¡El CNE peló!, por Teodoro Petkoff

El CNE cometió un error al excluir de la recolección de firmas para los referendos revocatorios a los venezolanos que se encuentran en el exterior. Es bien conocida la posición de TalCual en relación con el CNE. Hemos rechazado enérgicamente los ataques injustificados que se le han hecho y hemos reclamado respeto para el árbitro. Pero, no podemos dejar de expresar nuestro desacuerdo con la decisión tomada porque se trata de un error que encierra una significativa implicación. El problema no es de números sino de principios.
No importa que sean apenas unos 25 mil los compatriotas inscritos en el REP que hoy residen en el extranjero. Esa cifra tan relativamente exigua, en un universo de doce millones de inscritos en el REP, no alteraría para nada el resultado de la recolección de firmas, pero lo que cuenta es que esos venezolanos tienen el derecho a participar en el proceso y ese derecho ha sido conculcado por el CNE. Así como tienen derecho a votar —y el CNE no podría alegar razones logísticas para negarlo—, firmar una solicitud de referendo forma parte de los derechos electorales consagrados en la Constitución. El deber del CNE es garantizarlos, haciendo frente a las dificultades organizativas que su ejercicio pudiera comportar. Los venezolanos que se encuentran en el exterior no son ciudadanos de segunda clase. Precisamente, el derecho a votar, establecido en la ley, es lo que consagra, entre otras cosas, la ciudadanía plena.
Las razones aducidas para negarles el derecho a firmar se refieren a la dificultad, e incluso imposibilidad, para el CNE de “supervisar” o “vigilar” adecuadamente el proceso de recolección. Este argumento es tan inaceptable como el de quienes pretendieron que el CNE solicitase a juro asesoría extranjera para manejar el proceso. En su momento, el rector Jorge Rodríguez apuntó, con razón y así lo señaló TalCual, que ese planteamiento partía del supuesto de que el CNE estaría integrado por tramposos, para los cuales sería necesaria una fiscalización especial.
Pues bien, el argumento del CNE para negar la recolección en el exterior parte exactamente del mismo inadmisible supuesto: que los venezolanos que están en el exterior son unos tramposos, que requerirían “supervisión” especial. Pero, además, las normas establecidas por el CNE son tan estrictas y rigurosas que es imposible hacer trampa en la recolección.
Si firmara alguien no inscrito en el REP, o con datos falsos o equivocados, el cruce de estos en las computadoras, al verificar las rúbricas, “sacaría” al firmante chimbo. El papel de seguridad hace imposible fotocopiarlo.
En el fondo, los “observadores” del CNE no son indispensables para garantizar la limpieza del proceso, pero tampoco sería difícil enviar observadores a los escasos veinte sitios de recolección de firmas que la Coordinadora había señalado para tal fin. La distribución de las planillas quedaba en manos de los interesados y su numeración hacía imposible su utilización fuera de los sitios de recolección. La verificación es la clave de la legitimidad de las firmas y ella constituye el verdadero ámbito de las atribuciones del CNE.
Sin ningún temor de perder autoridad, sino más bien de ganarla, el CNE debe reconsiderar la medida que tomó.