El Comité y el artículo 80, por Esperanza Hermida
Twitter: @espehermida
El artículo 80 constitucional establece la paridad entre el salario mínimo urbano, que en Venezuela es el más alto, y la pensión. Este logro pertenece a las luchas de El Comité y su trascendencia beneficia a varias generaciones de la población venezolana. Ahora bien, como toda conquista, hay que defenderla.
La organización impulsora de esta inclusión de rango constitucional, adoptó el 29 de mayo como fecha de constitución y originalmente se llamó «comité de pensionados del IVSS». Posteriormente, se extendió a «pensionados, jubilados, sobrevivientes y personas adultas mayores”, aunque popularmente se le dice El Comité. El nacimiento de esta organización se remonta a los finales de los años ’80 y década de los ’90 del siglo XX.
En sus inicios estuvieron involucrados varios diputados del Congreso Nacional, en su mayoría de organizaciones de izquierda, que trabajan con derechos humanos. El 29 de mayo es una ocasión tan simbólica como las reuniones semanales de El Comité en la plazoleta frente a la Santa Capilla y en la plaza ubicada detrás de la sede del Banco Central de Venezuela, ambos lugares adyacentes a una de las principales edificaciones que concentra el funcionamiento administrativo del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales en Caracas. La conocida esquina de Altagracia, frente a la iglesia caraqueña del mismo nombre.
Reuniones semanales que se hicieron bajo el sol, la lluvia, con frío y calor. Personas de distintos lugares acudían caminando, con su bastón, andadera y hasta con alguna silla de ruedas. Siempre ahí, con sus carpetas repletas de documentos y formas 14.01, 14.02 y 14.100, con sus recetas médicas, con sus amarillentas constancias de trabajo de aquí y allá y más allá. Sus certificaciones de cargos, quienes trabajaron en la administración pública. Gente con prótesis auditivas, cristales muy gruesos en sus lentes dada la cada vez mayor pérdida visual, prótesis de cadera, de rodilla, con dolor intenso por el reumatismo y deformaciones en las manos productos de la artritis y otras afecciones. Todos y todas participando, aportando, escuchando y con mucha claridad: ¡Solo la lucha cambia la vida!
Mi madre y muchas otras mujeres y hombres de la tercera edad estuvieron en alguna de esas reuniones, como parte de la diversidad de casos a los que tuvo que hacer frente El Comité. Se trataba de quienes percibían un exiguo ingreso a través de uno de los sistemas asistencialistas de aquella Venezuela petrolera tan rica y opulenta, pero tan indolente con su ciudadanía en edad mayor.
Eran tiempos de un Inager que absorbía lo que el IVSS no cubría y al Inager acudían personas que habían trabajado 15 o 20 años en la administración pública y que, por norma legal, no estaban afiliadas al IVSS. Inager les otorgaba una ayuda asistencial.
Hasta mediados de los años ’80 del siglo XX, un poco antes de empezar las luchas que conllevaron a la fundación de El Comité, Venezuela excluía de la seguridad social contributiva al personal administrativo del sector público, pues solo afiliaba al personal obrero. Una contradicción basada en una ecuación por resolver, ya que siendo el mayor patrón y contando con una poderosa renta petrolera, los gobiernos de entonces se decantaron por financiar sistemas pensionales diversos.
Así, tanto las empresas del estado venezolano, como variados organismos públicos, entre los que se catalogan como instituciones con autonomía funcional, diseñaron regímenes diferenciados. No son pensiones contributivas del IVSS sino jubilaciones, que se pagan con cargo al presupuesto nacional. También el sector docente tiene diferentes mecanismos, uno para el magisterio con el Ipasme y otro para las universidades.
Lo cierto es que en la medida que ha fluctuado la renta petrolera, los múltiples sistemas jubilatorios y pensionales de Venezuela han sufrido. En la actualidad, se redujeron todos, incluso el de la reina de corazones: Pdvsa. Se ha denunciado públicamente y se desconoce el resultado de las investigaciones, si hay alguna en curso, que fue saqueado por la corrupción el fondo de jubilaciones de la empresa petrolera.
Similar destino, aunque con un sinuoso camino judicial, ha tenido la gallina de los huevos de oro de la industria telefónica nacional: Cantv. Marchas, tomas, plantones, protestas y demás acciones, sintetizan la lucha contra el despojo que han protagonizado hace 3 o más décadas, las personas jubiladas de esta empresa. Un gotita para rebozar el vaso está en la cenicienta de los poderes, como se solía llamar al sistema de administración de justicia. De contar con el mejor régimen jubilatorio, capaz de reconocer los periodos laborados en otros entes de la administración pública y de indexar los pagos según el IPC, este sistema se vino a pique luego que la convención colectiva desapareció por obra y gracia de la Fuerza Bolivariana de Trabajadores, el Ministerio del Trabajo y el CNE.
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Lo cierto es que, con el ejemplo de El Comité, su capacidad de lucha y el respeto que se ganó su autenticidad, la población adulta mayor de Venezuela dio un salto cualitativo en su nivel de conciencia y trascendió del plano reivindicativo al político. Configurando una organización partidista en 1998, El Comité llegó al Congreso con un diputado nacional, que si bien estuvo el breve periodo que antecedió a la convocatoria de la Asamblea Constituyente, ejerció con ahínco y tesón, dejando una estela rica en propuestas y logros.
Luego, en la fase constituyente de 1999, fueron oídas y plasmadas en la nueva Carta Magna, las principales demandas que a través de El Comité hicieron «los viejitos», cariñosa y respetuosa manera de llamar en nuestro país a la gente adulta mayor. Es por ello que está tan finamente redactado el artículo 80. Está escrito con la letra de esas reuniones frente a la Santa Capilla y detrás del Banco Central de Caracas. Redactado con la letra de todas las sesiones convocadas en las plazas Bolívar de Venezuela, territorio liberado por nuestros viejitos para sus reuniones y vigilias y viacrucis. Es, en definitiva y también, la letra de toda la gente que hoy lucha por la supervivencia y toma ese artículo 80 como suyo.
Independientemente del régimen que le corresponda a cada quien, pues se perdió la esencia de la seguridad social venezolana, con lo cual ya es igual que se tenga una pensión de origen contributivo o asistencial, e incluso, en el caso del sector público, no importa el sistema jubilatorio que se le aplique, la gente clama por hacer cumplir el artículo 80.
Ese es uno de los principales frutos del trabajo de El Comité y estas palabras son un homenaje a su reciente congreso, luego de 31 años ininterrumpidos de trabajo y de haberse fundado. Es además un agradecimiento público en nombre de mi madre y tantas personas que fueron y son ayudadas y acompañadas por El Comité, en cuyos líderes y liderezas se ha tenido siempre fe ciega. Los detalles más ilustrativos de esta gesta fueron reunidos por Provea en una síntesis de casos exitosos de promoción y defensa de derechos humanos, que puede ser consultado en su portal y parafraseando la consigna que hoy enarbola todo el país, incluyendo El Comité, la lucha continua por ¡Salario y pensiones, iguales a la canasta básica!
Esperanza Hermida es activista de DDHH, clasista, profesora y sociosanitaria
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