El concierto en La Habana, por Simón Boccanegra
Estos caraduras de Telesur, que cuando Juanes realizó su «Concierto por la paz» en la frontera colombo-venezolana, agotaron todo su previsible y estereotipado arsenal de imbecilidades para descalificarlo, ahora, con ocasión del concierto en La Habana, no encontraban ya qué más loas cantarle. Así son los talibanes. Nunca entienden nada. Para ellos todo es en blanco y negro. Con la mayor tranquilidad transforman a quien hasta hace poco calificaban de «agente de la CIA» prácticamente en «héroe de la revolución». Izarrita y su combo son igualitos a los que en Miami destruían a martillazos los discos de Juanes. Son las dos caras de la misma moneda de fanatismo, intolerancia y cerebros carcomidos por el odio. Y de sumisión ante el talibán mayor. Los fanáticos nunca discuten las órdenes de sus amos. Si Chávez les dice que bañen de insultos a Juanes, lo hacen sin detenerse a pensar; si Chávez les dice que elogien a Juanes, nuevamente obedecen. Miseria humana. Como la de los intelectuales del régimen, que reían las «gracias» con las que Chacumbele barría el piso con ellos, el domingo pasado, en su show.
Aunque no todos, en verdad. Luis Britto García no sólo no reía sino que se notaba visiblemente incómodo, a diferencia de Roberto Hernández Montoya, por ejemplo, a quien sólo le faltaba tirarse al piso para celebrar los chistes de su señor. En fin… El concierto de Juanes, por lo demás, resultó un éxito fenomenal. Esa enorme multitud asistió para sustraerse durante unas horas al asfixiante ambiente de la isla. Fue a respirar aire fresco, a asomarse al mundo por la rendija de la música. No fue un concierto explícitamente político, pero un acto así, en Cuba, es inevitablemente político. ¿Endoso al régimen? ¡Qué va! Cuando Olga Tañón cantó «Es tiempo de cambiar» cada asistente sabía a qué se refería. Cuando las palabras «paz», «libertad» eran pronunciadas, cada cubano sentía que era de él de quien se hablaba. Cuando Juanes repetía «Cuba, una sola familia», vibraban cuerdas sensibles en el alma de un pueblo dolorosamente desgarrado. El pueblo cubano quiere abrirse al mundo, Fidel es el que no quiere.