El coronel y el cabo, por Simón Boccanegra
El otro día este minicronista fue testigo de un hecho curioso, que dice mucho más sobre la Venezuela de hoy que mil discursos analíticos. Estaba yo en una notaría, esperando para firmar un documento. Mucha gente había en el recinto; quizás una 40 o 50 personas, entre ellas un señor fornido inclinado sobre un mesón, firmando papeles. En eso entró un soldado, uniformado, quien, levantando su pierna derecha casi hasta el techo, y dirigiéndose al señor inclinado, emitió un enérgico «Patria, Socialismo o Muerte, mi coronel». El aludido, que andaba de civil, tomando por el brazo al soldado, que resultó ser un cabo, y le dijo en voz más o menos audible «Le he dicho, cabo, que no me hable así en público». Mucha gente soltó una carcajada, pero más de un comentario de pena ajena se dejó oír también. ¡Qué vaina le ha echado Chávez a los militares venezolanos, obligándolos a hacer ese saludo grotesco, que en más de uno, como lo evidencia el coronel de la notaría, debe producir una infinita sensación de ridículo! Me cuentan militares amigos que cuarteles adentro ese saludo se ha vuelto una suerte de murmullo, mascullado entre dientes y no lo que Chacumbele desea, un grito esténtoreo que muestre a una FAN cuadrada con el «proceso».
También es dable suponer que hasta entre oficiales identificados con su comandante en jefe, el saludito de marras debe producir incomodidad. Bueno, así son las cosas, como dice Oscar Yanes. Chacumbele ha podido obligar a la oficialidad a utilizar ese saludo farragoso porque se trata de una institución jerarquizada y obediente, pero no podrá hacer lo mismo con el país entero. La Venezuela irreverente y fajadora jamás podrá ser robotizada como si fuera una guarnición militar. De hecho, la FAN tampoco. Si no, que se lo pregunten al coronel de la notaría.