El Cúsica Fest 2022 regaló música y experiencias como un bálsamo generacional
El Cúsica Fest tuvo su segunda edición en Caracas aprovechando los espacios del campo de fútbol de la Universidad Simón Bolívar para presentar un cartel internacional de distintos géneros y generaciones. Los espectáculos combinaron fiesta, mensajes, colores y reencuentros en una ocasión que buscó dmeostrar que en Venezuela se puede vivir «la experiencia festivalera», a pesar de todo
Fotos: Víctor Amaya
En total, fueron 26 actos los que tomaron las tarimas de Cúsica Fest el fin de semana del 17 y 18 de diciembre de 2022. La segunda edición del evento organizado por la productora caraqueña concentró dos días de conciertos, actividades creativas y festejos por el Mundial Qatar 2022.
Por primera vez en años recientes, tantos artistas internacionales se presentan en Caracas en una sola ocasión. Una oportunidad para ver propuestas de pisada firme en la escena latinoamericana, pero también para equilibrar con los actos de los nacionales -que no locales.
Exceptuando a quienes cerraban el cartel de ambos días, todos debían cumplir el mandato del enorme cronómetro ubicado a los lados del escenario. Fue parte del cuidado que se tuvo para cumplir los tiempos y que la programación se desarrollara sin contratiempos, al menos sobre las tablas.
Fue allí donde Bomba Estéreo hizo viajar al público a un mundo de colores, naturaleza y emociones. La fuerza de Li Saumet y los suyos aprovechó cada elemento disponible para deslumbrar a todos, incluso a quienes solo esperaban por «Ojitos lindos» -la pieza más conocida del grupo colombiano para quienes no siguen su carrera por ser una colaboración con Bad Bunny, que se escuchó cantando sus líneas en playback.
Desde que encendieron luces y láser para comenzar, haciendo de los elementos de la naturaleza ingredientes líricos de su ritmo, Bomba Estéreo convidó al público a compartir una experiencia tribal, a honrar a la tierra, a azuzar un «Fuego» interno, a festejar el mundo de los raros. Muy destacado el trabajo del baterista Jaime Acebes y la versatilidad del percusionista Pacho Carnaval, acompañando la energía de Li Saumet hasta el cierre con flores para el respetable.
Los mejores momentos del Cúsica Fest se midieron por la cantidad de brincos de la audiencia, como los que también causó el show de La Vida Boheme. Los venezolanos organizaron una presentación de gran formato, con una decena de músicos, instrumentistas y hasta coristas, que entregaron un repertorio poderoso siempre tras la bandera tricolor de siete estrellas que engalanó la tarima. Sutil pero no inocente mensaje.
Porque la protesta también tuvo espacio en el Cúsica Fest. La Vida no se calla, y Rawayana los manda a todos a mamá. Los actos internacionales Esteman, Monsieur Periné y Cuarteto de Nos cantaron en favor del amor libre, de la libertad y el aborto, y sobre todos los aspectos de la sociedad en tiempos contemporáneos en un espectacular «Contrapunto para humano y computadora».
Cuando Monsieur Periné tomó el proscenio, Catalina captó todas las miradas. La energía de la banda colombiana mostró sus mejores colores, a pesar de un público que no encontró sino en «Nuestra canción» -por ser un éxito de TikTok- dónde reflejarse con pasión. No obstante, los bogotanos entregaron su repertorio con lujo y buena vibra, en su primera vez en Venezuela.
Para el show de Esteman, la tarima cambió para incorporar escalinatas. Porque Esteban Mateus baila, y baila mucho. La música y los ritmos le inundan los poros. «Caótica belleza» se ganó el coro de la audiencia, antes de que la música con activismo se hiciera protagonista. El de Bogotá compartió su alegría por ser un hombre gay que se va a casar en América Latina, un mensaje recibido con emoción por quienes viven en un país que se ha quedado a la cola de la región en derechos de la comunidad LGBTI.
El Cuarteto de Nos fue de las bandas que mejor aprovechó las visuales de su tarima. Su reencuentro con Caracas luego de casi una década fue con un repertorio rotundo, unas letras que no dejan a nadie indiferente y la respuesta de quienes se sabían las piezas más recientes del grupo, además de los himnos como «Yendo a la casa de Damián», «Invierno del 92» o «Ya no sé qué hacer conmigo».
«Tuvimos un impacto emocional desde el primero momento que supimos que veníamos a Venezuela, un país que nos recibió muy bien por allá en 2009-2010. Extrañábamos muchos venir. Cuando escuchamos a la gente gritando el nombre antes de salir, fue como salir a jugar un partido y ganarlo. Vimos a la gente disfrutar canciones que van desde 2007 hasta 2022 con una energía que no bajó durante todo el show», dijo el cantante y compositor Roberto Musso a TalCual luego de su presentación. «Para nosotros es buenísimo que el público muy joven se sepa las canciones del último disco igual que las de hace 10 años. Es buenísimo porque muestra la vigencia de la banda», agregó al confirmar que tienen planes para brindar un concierto propio en la capital venezolana entre mayo y septiembre de 2023.
Otra vibra distinta se sintió con la presentación de Devendra Banhart. El estadounidense de madre venezolana por primera vez le cantó a la ciudad donde vivió su infancia, y lo hizo ofreciendo un show místico, hecho para conectar corazones con esta tierra, con el clima, con la montaña, luego de haberlo hecho él cuando se fue errante a sentirla en solitario. «Nosotros somos el spa», afirmó en la tarima que se iluminó bonito durante su hora de concierto.
Ataviado con vestido gris, moviendo el cuerpo como si viera en el aire las ondas de la música y compartiendo su fiesta personal con los músicos internacionales que lo acompañaron jugueteando el español (y el baterista dando cátedra de entrega), Devendra cantó «Carmensita», sí, pero también se permitió una versión en cumbia de «Try Again» de Aaliyah y le dedicó «Guillermina» al tío Simón Díaz… una pieza para la que pidió atención a la letra y compartir con él una conexión emocional profunda. «La vida es un baile. La libertad que tenemos es poder bailar o no», lanzó. Cada frase, como para un libro.
Fueron dos días de experiencias, de ver a Diamante Eléctrico anunciando que quieren volver a esta capital a mostrar al rock como un género vigente; de Okills con un repertorio sólido; de Irepelusa evolucionando frente a todos y seduciendo a sus colegas; de Nani deslumbrando desde la tarima secundaria; de un público que tuvo la oportunidad de vivir algo «como de otra parte» -especialmente los más jóvenes a los que el país les ha negado experiencias como las de sus pares en otras latitudes-, abstrayéndose de los alrededores en una Universidad Simón Bolívar inundada de maleza, extraviada por el abandono presupuestario. Un espejismo vivencial que recibieron como bálsamo generacional.
En el Cúsica Fest se combinó el talento de productores y encargados de sonido -los venezolanos Ana María Díaz, Fidel Goa, Ricardo Martínez y otros mostraron las caponas-, además de unas ganas por «hacer el punto» de un evento que aspira ser anual. La edición 2022 no estuvo «a reventar», y las entradas de cortesía inundaron el campo de la USB.
José Lasses, director de Cúsica, dijo que están inspirados, pero no confiados, para llegar a la altura de festivales regionales como Lollapalooza o Estéreo Picnic. «Lo más satisfactorio fue la respuesta del público. Creo que se está generando la cultura de festivales aquí en Venezuela, como experiencia más allá de un concierto. Creo que hemos logrado además demostrarle a estos artistas internacionales que se pueden hacer eventos de calidad», declaró a TalCual . «Cuando pasen un par de semanas, nos reuniremos para determinar qué debemos mejorar y aprender para el futuro», agregó.