El despido de Heartfriend, por Simón Boccanegra
Siguen apareciendo contenedores con comida podrida. La cosa es más grave de lo que quiere hacer creer el gobierno. Incluso se llegó a la canallada de enviar comida podrida (o «vencida, como dice con tanto pudor la jefa por nueve días de Pudreval, Virginia Mares). Aquí hay un guiso evidente. Esto no es pura negligencia.
Detrás de esta se esconde un milmillonario robo de dineros de la República. Y la joven Mares, antes de ascender a la máxima jefatura, era la jefa de distribución, o sea, tenía que ver directamente con la llegada y distribución de la comida. Tenía que haber sido la primera en notar la irregularidad. ¿Por qué no lo hizo? Vaya uno a saber. Pero resultó que un trabajador consciente en Pudreval, llamado Heartfriend, hizo lo que ni Virginia Mares ni ningún otro de los capos de esa mafia hizo: denunció la existencia de contenedores con comida descompuesta.
Dicho de pasadita, Ramírez ha calificado a la gente que puso en Pudreval como «lo mejor de lo mejor de la gerencia de Pdvsa«, lo cual lleva a preguntarse cómo serán los demás gerentes si estos eran las estrellas. Pero el tema es Heartfriend. ¿Qué fue de este joven trabajador? Pues lo despidieron, para enviar un claro mensaje a cualquier otro trabajador de Pdvsa y de Pudreval: No se metan en los negocios de la mafia.
Si observan una irregularidad, mejor es que se callen porque les puede pasar lo de Heartfriend. La absoluta falta de vergüenza y de decoro de estos revolucionarios ha alcanzado extremos realmente aberrantes.
Pretenden la más absoluta impunidad para sus tropelías y ni siquiera cuidan las formas. Las investigaciones sobre el guiso de Pudreval compiten por el Morrocoy de Oro, pero bastó un chasquido de dedos para deshacerse del incómodo y honrado Heartfriend. El Hombre Nuevo es más invisible que el famoso Yeti, de las montañas del Himalaya.