El diablo es diablo aunque le coloquen colorete, por Lustay Franco
Nota Bíblica: Apocalipsis 20:7-8
(7) «Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión, (8) y saldrá a engañar a las naciones …»
No somos capaces de observar la desgracia mucho menos cuando estamos dentro de ella, la fractura moral de la sociedad venezolana ha sido lenta ,es como si cayeramos en un círculo vicioso dónde remotamos a más o menos ese antiguo trueque de ese perdón escrito dónde la indulgencia cada vez es más cara.
Las últimas horas en el país, han permitido un cuestionamiento válido, acerca de nuestro rumbo cómo nación, pero es que no basta con ser gobernados por los malos, sino también defendidos por otros colegas, es como si la polarización ya traspolara a espacios que al menos por pudor no se pensaban ni mucho menos se decían.
Desde hace un tiempo para acá se daba un tímido debate sobre la beatificacion de todo aquel que se viene para este lado opositor, y entre los argumentos sólidos rescato y defiendo la importancia del respeto a la pluralidad, la relevancia del discernimiento y la capacidad para separarse y retractarse de lo que es una ideología a la aventura de un lasarillo totalitario, maquiavélico y astuto.
Ahora bien, ya trasgredimos la historia, con narcotraficantes rojos y narcotraficantes buenos, mercenarios rojos y mercenarios buenos, invasores rojos y invasores buenos, malandros rojos y malandros buenos. Lo más cercano que había podido estar en el conciente colectivo del venezolano era Robin Hood, el ladrón de los pobres, inclusive el mismo Aladdín quien aseguro su suerte con una lámpara mágica, ladrones de buen corazón, pero estos pasaban por un proceso de reflexión en su historia donde dejaban atras sus vicios y se entregaban al bien concreto.
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El diablo es diablo aunque le coloquen colorete, la verdadera razón por la que es determinante su participación en este juego de ajedrez, es por los medulares alcances a los que ha llegado su campo de acción, es decir, el diablo ahora tiene gente, tropa, cédula de identidad, tiene colectivos, tiene sapos con autoestima y asalariados.
Y después de 20 años luchando contra un «capitalismo salvaje» llegó en un bote Rambo y fue recibido por Cocodrilo Dundee (pero moreno), nos preguntamos entonces ¿Dónde está el nuestro? ¿Dónde se encuentra en estos momentos Don Santos Luzardo (la civilización y la civilidad del venezolano)?
Lo más complejo de todo esto es cuando empezamos a dudar del bien como estrategia para la recuperación del país, cuando maltratamos los instrumentos democráticos por caprichosos deseos, cuando hablan en nombre del que no come y tienen la barriga llena, cuando descargan sus miserias y la intriga en una red social sin importar nada ni nadie, cuando se avalan mentiras solo a conveniencia, cuando callan verdades por frenar el reconocimiento mutuo necesario para avanzar, cuando doblegan su voluntad para la utilización de instrumentos banales, cuando piensan que la corrupción es flexible, cuando señalan para vejar al aliado por ser un potencial visible, cuando niegan lo que profesan como lo hacen con la Democracia y las elecciones libres.
Quizás sea difícil sacar al diablo de la jugada pero hemos demostrado que se le puede ganar en las urnas.