El dilema de Maduro, por Simón Boccanegra
El presidente Maduro generó una expectativa en relación con medidas económicas que habría de anunciar el martes, cuando nos iba a lanzar su paquete. Pero la sorpresa fue tan general como la expectativa. En lugar de anunciar las medidas habló unas tres horas para hacernos saber que ampliaría el plazo para hacerlas públicas. Se tomará un mes más para tal efecto. No se puede negar que estamos ante una originalidad que ni a Chávez se le ocurrió. «Anuncio que voy a anunciar unas medidas económicas y llegado el momento anuncio que las voy a anunciar dentro de un mes». Sólo le faltó decir que nos había hecho caer por inocentes. Después de año y medio gobernando el presidente no tenía nada que decir. Fenómeno. Pero viéndolo bien, da lo mismo que diga algo o que no lo haga. Total, se puede apostar a que la mitad de lo que pudiera decir se quedará en el papel y la otra mitad será pasto de las chapucerías de costumbre. Sin embargo, el paquete de Maduro no es un secreto. Se trata de un ajuste económico igualito a los que lanzaron Pérez y Caldera. Reforma fiscal, alza del precio de la gasolina, unificación cambiaria y devaluación.
Porque cuando una economía está desequilibrada -y vaya si la venezolana lo está-, no hay más remedio que ajustarla. Con una inflación que supera el 20% en lo que va de año y con una caída en barrena de la producción, no queda otra que la de un ajuste. Claro, se comprenden los escrúpulos del Alto Mando PolíticoMilitar. Los ajustes duelen y la mayoría de la gente se pone brava. Sobre todo cuando el gobierno que propone el ajuste ha manejado una montaña de dólares de proporciones himaláyicas. Porque a los que se ponen bravos costará mucho explicarles cómo es que con el platal que ha ingresado ahora tenemos que ir a un ajuste, que como todos, le va a hacer traquetear los huesos a la gente.