El discreto encanto del lenguaje de Lucas, por Simón Boccanegra
Este minicronista siempre ha pensado que Chávez nunca le perdonó a Lucas el anuncio de la renuncia, “la cual este aceptó”, como lo dijo en su curiosa sintaxis el hombre de los tres soles.Y que por eso lo puso de ministro del Interior y Justicia. No es sólo falta de gente. Hay un designio oculto: lo puso de ministro de Interior y Justicia para que Lucas se ahorque con su propia lengua. Lucas está cayendo en la trampa y después de una etapa de mudez angustiosa se ha soltado a decir discursos. Más vale que no. Desde la tremenda engalletada que se echó explicando como el señor Herrera, asesinado en la plaza O’ – Leary por un matón de barrio, fue en verdad responsable de su propia muerte, hasta el caradurismo de acusar a la Metropolitana de estar “con los brazos cruzados” ante el asalto del hampa, Lucas Rincón no ha hecho otra cosa que decir barrabasadas, cada una más grande que la otra.
Su próximo destino bien podría ser una prefectura, donde tal vez pueda sentirse más cómodo utilizando el lenguaje tropero de que ha venido haciendo gala desde que superó el miedo escénico.