El Dragón Chino y las elecciones en la UCV, por Tulio Ramírez
Twitter: @tulioramirezc
La decisión política de ir a elecciones en la UCV se ha mantenido, pese a las voces extremadamente cautelosas que han advertido que «el gobierno chavista las impedirá o las trampeará, para que al final la universidad quede peor con respecto a la situación que tenemos hoy».
Afortunadamente, este pregón no ha tenido la audiencia suficiente y la UCV se prepara con entusiasmo para renovar sus autoridades después de más de 11 años de mora obligada. Por supuesto, no soy cogido a lazo. La posibilidad de marramuncias para torcer la voluntad de los electores o impugnaciones de última hora por demasiado sol o demasiada lluvia que «impidió el derecho al voto a un camarada», siempre estarán en el ambiente.
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Estamos acostumbrados a que cada vez que hay elecciones, bien sea para escoger a la reina del salón o al presidente de la Junta de Condominio, el oficialismo se comporte de manera similar a aquel luchador «rudo» que participaba en la hoy poco recordada Lucha Libre o Catch As Catch Can.
Me refiero a El Dragón Chino. Un luchador odiado por las multitudes y objeto de los insultos y carterazos de la popular Paulita, una barloventeña que vivía en El Guarataro que no se pelaba el espectáculo desde la primera fila del viejo Palacio de los Deportes de la avenida San Martín.
Debido a la clara supremacía de los rivales «técnicos» o «limpios» como El Doctor Nelson, El Tigrito del Ring, Bernardino La Marca, El Gran Lotario o Bassil Battah; El Dragón Chino acudía a artimañas como el uso de «la sustancia venenosa» para enceguecer a sus rivales, así como al irrespeto de las normas que regían la lucha. Atacaba de manera inmisericorde a su contrincante cuando estaba amparado por «el conteo de protección» o cuando «estaba a salvo» tras el contacto con las cuerdas.
Por si este ventajismo no fuera suficiente, contaba con la ayuda antirreglamentaria de su acompañante, La Dama de las Cadenas, quién junto a su fiel second «Cara e´muerto» y a un arbitraje vendido, impedían que los «técnicos» lucharan en igualdad de condiciones.
Al igual que en los actos electorales, todos sabíamos de antemano que El Dragón Chino utilizaría sus malas artes para derrotar al adversario, pero eso no impedía que «los buenos», siempre apoyados por el público, hicieran gala de sus habilidades y técnicas pancraciastas para salir victoriosos a pesar de los obstáculos y el ventajismo de su tramposo contrincante.
No dudo que algún apreciado colega profesor argumente que esta analogía es poco científica y hasta impertinente. Puede ser cierto, o mejor aún, hasta le daría toda la razón. Pero una cosa es confiar en nuestras propias fortalezas ante eventuales situaciones adversas y otra, achicopalarse sobreestimando a un adversario que no ha podido ganar una elección estudiantil ni profesoral en los últimos 21 años.
La demostración dada en las recientes elecciones para elegir representantes de los egresados a los cuerpos colegiados, fue más que elocuente. Una apabullante mayoría envío un mensaje claro: «No queremos la intromisión abusiva y antiautonómica del gobierno chavista en los asuntos universitarios».
El chavismo no solo no ha ganado en la UCV, tampoco en ninguna elección organizada en universidades públicas o privadas. De hecho, la única fórmula que han conseguido para no morder el polvo de la derrota, ha sido prohibiéndolas. ¿Tomarán esa impresentable decisión a pocos meses de unas elecciones nacionales? Lo dudo, pero como siempre digo, en este país lo más seguro es que quien sabe.
Por cierto, al Dragón Chino nunca le quitaron la máscara a pesar de que tuvo muchos combates donde lo que estaba en juego era el despojo de la careta. En una oportunidad apostó públicamente que si perdía frente a Jorge Battah se quitaría la careta. Finalmente, salió derrotado, pero engañó a todo el mundo. Se quitó la máscara y debajo tenía otra puesta. Nunca se conoció su verdadero rostro.
En nuestro caso no hay analogía posible ya que desde hace muchos años el chavismo se quitó solito la máscara, dejando ver su intención con respecto a nuestras universidades autónomas. El próximo 26 de mayo iremos a apoyar con nuestro voto a aquellos candidatos que no solo tengan credenciales para desempeñar el cargo para los cuales optan, sino también que hayan demostrado durante los años de asedio chavista a la UCV, una decidida, firme, y sincera defensa de la autonomía universitaria.
Tulio Ramírez es abogado, sociólogo y Doctor en Educación. Director del Doctorado en Educación UCAB. Profesor en UCAB, UCV y UPEL.
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