El ejemplo de LHC, por Simón Boccanegra
Luis Herrera Campins fue, durante su período presidencial, objeto de un duro bombardeo de los medios. A su fama de glotón, a su refranero inagotable y zarandeado, se le sumaron las críticas, a veces despiadadas, sobre la gestión económica, derivadas fundamentalmente del Viernes Negro que puso punto final al sueño de la Gran Venezuela y al «ta’ barato». No hay que olvidar tampoco que fue su administración la que prohibió la publicidad de cigarrillos y licores en los medios audiovisuales. Por años su figura y su voz desaparecieron de algún canal, salvo para la rochela y la burla. Ayer, LHC, en la entrevista que publicó TalCual, hizo gala de su don de gentes al reivindicar la fortaleza de espíritu como un antídoto contra los intentos de buscar salidas que liquiden la democracia. Pero además, sus palabras sobre CAP, Caldera, Rómulo y Lusinchi son las de un hombre que no cultiva el rencor ni fomenta el odio. Los aprendices de la quinta deberían coger ejemplo.