El espíritu de los tiempos en Sur América

Hace unos días el gobierno de Ecuador manifestó que, por ahora, no tiene previsto incorporarse al «ALBA». En la geopolítica suramericana se están observando cosas interesantes. ¿Quién se aproxima a quién? ¿Se refuerza el bloquecito de los gobiernos más radicales, agrupados en el «ALBA» o, por el contrario, se expande la noción democrática y moderna entre los gobiernos de izquierda? Todo indica que es lo segundo. La distancia que marca Correa con Chávez no es casual. Ya antes del incidente colombo-ecuatoriano, que acercó mucho las posiciones de Chávez y Correa, éste venía desmarcándose lenta pero perceptiblemente de las posturas de su colega venezolano. En vías de superarse el desencuentro entre Colombia y Ecuador, Correa nuevamente marca sus distancias. Colocar entre paréntesis la incorporación al «ALBA» es muy decidor. La elección del obispo Fernando Lugo, en Paraguay, aparte de constituir una respuesta a sesenta años de hegemonía del partido colorado, incluyendo la dictadura de Stroessner en ellos, y a la terrible pobreza y corrupción que agobian a los paraguayos, apunta más en el sentido de Lula que de Chávez. Además, Brasil tiene, desde siempre, influencias de todo tipo en la república guaraní, de modo que sería absurdo pensar que eso no vaya a contar en la presente circunstancia. Más aún, las recientes jugadas de Chávez tampoco pueden sacarse de este contexto. Chávez siente hacia dónde soplan los vientos y hace gestos en procura de lavar su faz internacional. El espíritu de los tiempos en Sur América es cada vez menos favorable para el autoritarismo.