El Espíritu Santo a la carga, por Simón Boccanegra
Muy bueno esto que ha hecho Felipe Pérez, de ponerse al frente de la investigación sobre el kikirigüiki de los 190 mil millones de bonos de Deuda Pública. Si en verdad su investigación culmina en algo -y tendría que ser rápidamente- el purgante de los impuestos podrá ser tragado con menos reticencia. Porque lo que más jode, en materia de corrupción, no es tanto que ella exista como que quede impune, aun cuando las evidencias sean clamorosas. Clavar aumentos impositivos en medio de escándalos como el del FIEM y el del reciente guiso bien bono, es demasiado cuesta arriba. En este caso, más allá de las irregularidades en la adjudicación misma de la emisión de bonos, hay que averiguar cómo se repartió esa modesta «cochina» de l millón de dólares, producto de la operacioncita en la cual bonos colocados al 78% de su valor facial fueron comprados, cinco días después, por un banco del Estado (Bandes) al 91%. Si Felipe averigua quiénes fueron los vivotes que vendieron la chiva en real y medio y, sin embargo, terminaron quedándose con ella y con el real y medio, le haría un gran favor a los otros aspectos del Plan Tobías.