El fracaso de la primera democracia de Venezuela, por Marino J. González R.
El último informe anual del Instituto Variedades de Democracia (V-Dem) de la Universidad de Gotemburgo, Suecia, clasifica a Venezuela como autocracia. Es una de las cinco autocracias de América Latina. Las otras son: Cuba, Nicaragua, Haití, y El Salvador.
La elección presidencial del próximo 28 de julio, a pesar de sus grandes restricciones para el ejercicio pleno del voto, constituye una posibilidad para que el país inicie un proceso de transición a la democracia. Conviene, desde esta perspectiva, analizar la evolución histórica de la dinámica democracia-autocracia en Venezuela, con el propósito de identificar pautas que favorezcan el tránsito a la democracia en la actualidad.
De acuerdo con el Índice de Democracia Liberal (IDL) de V-Dem, tal como se muestra en el gráfico, Venezuela tiene en la actualidad el mismo valor que tenía en 1957 (cuando era también una autocracia). En el gráfico también se incluye la evolución de Uruguay (una de las democracias liberales de América Latina en la actualidad, y la que tenía un mayor valor del IDL en la primera mitad del siglo XX).
Si se toma el criterio de la elección universal, directa y secreta de los gobernantes como característica central de democracia, entonces el primer período de democracia de Venezuela se inició con las elecciones de diciembre de 1947 en las cuales fue elegido el presidente Gallegos, así como los miembros del parlamento. Como resultado de la aprobación de la Constitución de 1947.
Venezuela fue el quinto país de América Latina en adoptar el sufragio universal. Antes lo habían adoptado Uruguay (1933), Cuba (1936), El Salvador (1940), y República Dominicana (1943).
De acuerdo con este criterio y con los datos de V-Dem, en Venezuela se pueden distinguir dos períodos de democracia. El primer período es el comprendido entre diciembre de 1947 y el 24 de noviembre de 1948 (fecha del golpe militar que derrocó al presidente Gallegos). La autocracia que sucede a Gallegos se prolonga hasta el 23 de enero de 1958. La segunda etapa de democracia es la comprendida entre las elecciones de diciembre de 1958 y 1999. A partir de 1999 la calidad de la democracia se deteriora sistemáticamente hasta convertirse en franca autocracia en los últimos 20 años.
Precisar las razones por las cuales fracasa la primera democracia es fundamental para identificar rasgos estructurales de la evolución política del país. Que todo el proceso que se inicia el 18 de octubre de 1945 haya culminado en la clausura de la democracia tres años más tarde, debe ser una referencia permanente para las prácticas institucionales de todos los actores sociales.
Tres razones, entre otras, pueden estar vinculadas con este significativo fracaso. La primera de ellas es el origen de los cambios sucedidos a partir del 18 de octubre de 1945. El máximo líder Rómulo Betancourt, presidente de la Junta Revolucionaria de Gobierno (JRG) que se instala ese día, reconoció diez años más tarde (agosto de 1958), en ocasión de su informe político como presidente del partido a la IX Convención de AD, que “llegamos al Gobierno el 18 de octubre de 1945 no como resultado de una insurgencia popular sino de un Golpe de Estado”. Antes, en la Alocución de Año Nuevo de 1947, el propio Betancourt había señalado: “no hemos negado nunca que las vías de la asonada no son las que deba trajinar una nación civilizada para sustituir por otros a los equipos humanos que la gobiernan”.
De tal manera que la demanda por el sufragio universal, indicado en el primer párrafo del primer comunicado de la JRG (denominado “gobierno provisional”), no fue aprobada como expresión de un amplio acuerdo político entre los actores de la época. El sufragio universal, aunque plenamente justificado, surgió de una manifestación de fuerza, indicada como golpe de Estado por el propio Betancourt. Aunque como se puede deducir, visto lo que sucedió después, Betancourt hubiera preferido un amplio acuerdo para aprobar el sufragio universal.
Derivado de lo anterior, está la segunda razón. El programa político de los líderes de la JRG estaba fundamentado en la alianza entre el Ejército (señalado de primero en el texto del primer comunicado del 18 de octubre), y el pueblo. El 30 de octubre de 1945, en la primera
alocución como presidente de la JRG, Betancourt define con más precisión cuál es el otro actor: los dirigentes y militantes del partido Acción Democrática. Esto es, se conforma un binomio preponderante, la alianza entre el Ejército y AD.
El programa político que propone esta alianza termina por ser el elemento dominante. En la elección para la Constituyente de 1946, AD obtuvo una amplísima mayoría de diputados. La propuesta programática esbozada el 30 de octubre de 1945 expresaba las siguientes prioridades: liquidación de los vicios de la administración pública, especialmente el peculado; la devolución de la soberanía al pueblo a través del sufragio universal; la descentralización del Estado; libertad de prensa y radiodifusión; mejoras en la alimentación, salud, educación, vivienda, e ingresos; la siembra del petróleo; respeto a las inversiones extranjeras; y las libertades sindicales.
La puesta en marcha de este programa, por parte de una alianza preponderante, y en un marco de limitado desarrollo institucional, por ejemplo, sin contrapesos a la acción del gobierno de la JRG, nos lleva a la tercera razón: el clima de polarización que caracterizó el resto del período hasta el golpe de Estado del 24 de noviembre de 1948.
El 9 de febrero de 1958, apenas al bajarse del avión que lo trajo del exilio, Betancourt señaló: “nos hemos convencido todos de que el canibalismo político, la encendida pugnacidad en la lucha política, le barre el camino a la barbarie para que irrumpa y se apodere de la política”. Meses más tarde, en agosto de 1958, en ocasión de su informe a la IX Convención de AD, reconoce: “lo cierto es que existió durante ese trienio una verdadera guerra civil incruenta entre los partidos políticos y una manera casi animal de embestirse mutuamente”.
Este reconocimiento de Rómulo Betancourt sobre la extrema polarización del país desde 1945 (“guerra civil incruenta”), sumado al celo con el que se esforzó por el acuerdo político que se expresó en el Pacto de PuntoFijo de 1958, son demostrativos de las causas del fracaso de la primera democracia.
Explican la involución notable experimentada entre febrero de 1948 (toma de posesión de Gallegos) y el golpe del 24 de noviembre. De acuerdo con V-Dem, (gráfico), Venezuela pasó de ser la sexta democracia de la región (solo superada por Uruguay, Cuba, Brasil, Argentina, y Guatemala) a franca autocracia en ese período de nueve meses. Resulta evidente que para evitar este desenlace se tendría que haber operado bajo otras pautas. Como resultado, el país volvió a ser una autocracia por un período de diez años.
Visto con la distancia de más de 75 años, el fracaso de la primera democracia de Venezuela pone de relieve la importancia de los cambios políticos a través de elecciones, el requisito de amplios acuerdos de gobernabilidad y políticas públicas, y la exigencia de un clima ponderado que favorezca el intercambio y el diálogo. Aspectos de espacial relevancia ante la elección presidencial del próximo 28 de julio.
Marino J. González es PhD en Políticas Públicas, profesor en la USB. Miembro Correspondiente Nacional de la Academia Nacional de Medicina. Miembro de la Academia de Ciencias de América Latina (ACAL).
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