El gobierno no se atreve a detener a la gente de La Piedrita
El oficialismo se está descomponiendo a ojos vistas. El divorcio entre Chacumbele y los «colectivos» del 23 de Enero no es un episodio aislado ni trivial. La Piedrita y otros grupos, algunos de ellos anteriores al chavismo mismo, han surfeado durante diez años sobre la ola del «proceso». Constituyen un componente orgánico de sus núcleos duros. No en balde han estado en la nómina de la Alcaldía Metropolitana y es evidente que sólo nexos estrechos entre los «colectivos» y quienes manejan el armamento de guerra pueden explicar las armas que blanden los «trabajadores sociales» de esos colectivos.
Granadas y lacrimógenas no se venden en las armerías comerciales; sólo pueden provenir de la policía o de la FAN. ¿Las camionetas de lujo y otros vehículos que utilizan salen acaso de la contribución de los vecinos de El Observatorio? Esos grupos, aunque tienen intereses propios, han sido utilizados profusamente por el oficialismo en sus esfuerzos intimidatorios. Todos los ataques que han llevado a cabo han sido «firmados» por los autores, dejando volantes en los que asumen la responsabilidad, completamente seguros de que la impunidad estaba garantizada.
Nunca jamás ninguna autoridad trató de sancionar las «operaciones revolucionarias». Pero llegó la hora del divorcio.
Con suprema deslealtad personal hacia sus amigos y compañeros, Chacumbele embiste contra ellos, utilizando los mismos estribillos idiotas que tiene años lanzando sobre sus adversarios políticos, en particular el impepinable de «agentes de la CIA». Leyendo encuestas Chacumbele descubrió que el patrocinio de la violencia no da sino quita y se los sacudió. Tarde piaste, pajarito. Pero, se puede apostar que todo quedará en palabras. Fue, nuevamente, una jugada para hacerse pasar por persona seria. ¿Cómo explica el Jefe del Estado y Presidente de la República que el señor Valentín Santana no ha sido detenido y ni siquiera se ha hecho el aguaje de meterlo preso?
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