El gobierno privatizador, por Santiago Boccanegra
El vicepresidente Aristóbulo Istúriz dijo en la Asamblea nacional que en 2015 había quedado demostrado, por trigésima y tanta vez, que la «revolución» busca proteger el ingreso de los trabajadores. Por eso anunció como todo un logro que el salario mínimo aumentó -en realidad, se ajustó- 97% durante el año. Claro que no dijo cómo eso se quedó corto ante una inflación anualizada de 180% admitida por el BCV, que no falta quien crea es una cifra «modesta» frente a la realidad. Pero a esa cuenta hay que sumar otros gastos que los ciudadanos debemos hacer y minan el ingreso real. Se supone que por disposición constitucional, el Estado debería garantizar la seguridad personal y servicios públicos como agua, electricidad, gas, transporte público, educación, salud y otros. No es que sean gratis, para nada, pero al menos que estén disponibles. La realidad es otra. Como la electricidad no está garantizada, la gente se surte de velas, linternas y -los que pueden- de plantas caseras. Como no hay seguridad de que llegue el gas, hay quienes gastan en comprarse una cocinita eléctrica «porsia». Como el suministro de agua no está garantizado, otros pagan por tener tanque propio, bomba de agua o pagar cisternas para llenar aquello que Hidrocapital deja secar. Como nadie vela por la seguridad, se pagan sistemas de protección domésticos y para las propiedades (alarmas, cerraduras blindadas, vigilantes en edificios y calles, cámaras de seguridad y -los boliburgueses, especialmente- escoltas). Ni hablar de ir a un hospital y tener que hacerlo apertrechado de gasas, inyectadoras y demás insumos casi inexistentes en los centros de salud estatal. «Educación pública y gratuita», pero si quiere calidad hay que pagar. El alumbrado público, competencia de Corpoelec, es solventado por vecinos que se organizan y pagan por grandes reflectores para no quedar en la boca del lobo; y hasta estacionar en la calle pasa por darle a un «biencuidao» una jugosa propina para evitar que al carro «le pase algo».El socialismo del siglo 21 es el más individualista y privatizador que se ha visto.
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