El Gran Motel, por Teodoro Petkoff
A Chacumbele lo agarró el «Principio de Peter». Ya es claramente visible lo que hasta ahora venía siendo disimulado por el diluvio de petrodólares que llueve sobre el país: que Chacumbele hace rato alcanzó su «nivel de incompetencia». A eso se refiere el mentado «principio». Según éste, hay gente que es muy buena en determinado nivel de responsabilidades, pero cuando asume otras, de un nivel superior, pone la torta. Por ejemplo, un mayor del ejército puede ser muy bueno administrando la cantina del cuartel, pero si, como teniente coronel, le toca comandar el batallón podrían salir a flote sus limitaciones. Alcanza, entonces, su «nivel de incompetencia».
Este, por supuesto, podría ser más alto. El teniente coronel podría ser un buen comandante de batallón; podría, incluso, ser un buen conspirador y montar una red golpista de amplio espectro, pero puesto a comandar un golpe real, fracasa. Ha alcanzado su «nivel de incompetencia». Pero, si por manos de cambures, el golpista fracasado llega a la Presidencia de la República, al cabo de un tiempo podría hacerse evidente su incapacidad; entra en acción el Principio de Peter. Es el caso de Chacumbele.
Un gobernante no tiene porqué saber de todo, pero sí debe tener una cualidad inapreciable: saber elegir a sus colaboradores. De eso depende su éxito o su fracaso. En esta materia Chacumbele está raspado. A lo largo de once años su equipo de gobierno, en todas las instancias, ha sido de lo peorcito que ha conocido el país. La escandalosa crisis de la salud pública no es ajena, para nada, a la seguidilla de inútiles que han ocupado el ministerio del ramo. El estrepitoso fracaso de la política de vivienda es directamente proporcional a la incompetencia de la gente que la ha dirigido. El catastrófico desplome del Sistema Eléctrico Nacional no es casual; al frente de ese sector clave han estado personas que tienen dificultades hasta para manejar el suiche de la luz. Y así por lo consiguiente, en todos los ámbitos de la administración pública, desde la seguridad ciudadana hasta la cultura y el deporte. Por eso en el gabinete hay tan alta rotación.
Es como un motel de la Panamericana. Chacu no se casa con nadie sino con Diosdado y Jesse, pero cada vez que cambia un funcionario, el sustituto es peor. La cantera «socialista» de incapaces parece inagotable. Pero muchos de los tipos tienen una cualidad en la cual descuellan: saben guisar y su especialidad es la fast food, porque saben que es escaso el tiempo de permanencia «donde hay».
Por supuesto, el sancocho de ignorancia, incapacidad y corrupción no puede sino alimentar la sexta tasa de homicidios más alta del mundo, los chapagones, los baños de totumita, los hospitales destartalados, el desastre de Barrio Adentro, una tasa de inflación tres veces más alta que el promedio del continente y la mitad de la población en el sector informal de la economía y en el desempleo.
En el undécimo año de gobierno de Chacumbele, que es el primero de un tercer «gobierno anterior», se le vino el mundo encima, pero el bosque de miedosos, jalabolas y adulantes no le deja ver los árboles.