El gran NO, por Laureano Márquez
Con mucha más frecuencia de lo que parece, aunque no nos demos cuenta casi nunca, la vida nos ofrece la posibilidad de dar el gran «no». De decirle «no» a ese marido que te golpea y te insulta cuando llega borracho y que hace tu vida miserable; «no» a ese negocio sucio que te proponen y en el que te vas a ganar un montón de millones facilito; «no» a ese jefe que te oprime y que te veja creyendo que, porque tiene poder, puede cagotear al resto del mundo.
Pues bien, a esta nación le llegó la hora de decir si es una patria verdadera o un terreno con un montón de gente arriba. No es poca cosa: De lo que suceda este fin de semana saldrá, necesariamente, una comunidad política dispuesta a luchar por su democracia o una tierra doblegada miserablemente a la voluntad del mismo caudillo atávico que tantas veces tanto daño nos ha hecho en nuestra historia. Independientemente de que esta elección no involucre la salida de Chávez del poder, sabemos todos que este fin de semana Venezuela decide, al menos, si lo expulsa de su alma, lo que ya sería mucho, aunque siga gobernando, porque no saldrá nunca de afuera si primero no se ha ido de adentro de nosotros mismos. Si no derrotamos el Chávez interior, el de fuera no se irá nunca aunque se vaya. Él también lo sabe, por ello le ha dado carácter plebiscitario a esta elección.
Esta sociedad decidió votar masivamente, aunque no confía en el árbitro. Muchos, incluso, acudirán a las urnas casi con la certeza del conocido boletín madrugador. El Presidente en una huida hacia adelante dice que le van a acusar de fraude. Y, aun así, esta sociedad va a votar, convencida de que si hay fraude será peor para él, va a votar con un «que se atreva» entre pecho y espalda. Eso que llaman el país nacional decidió participar, aunque tenga todo en contra, esta vez sin mucha bulla, pero con la sólida convicción de que se juega su destino. Él, por lo visto, tan ducho en el arte de amenazar con las armas, no leyó bien a Sun Tzu: «Nunca acorrales a una fiera herida» al punto de no ofrecerle salida, sacará valor de donde no lo tenía. Esta sociedad despliega toda su fuerza y coraje cívico, justo ahora, cuando parecía derrotada.
Dicho lo anterior, este fin de semana requiere de esa cosa que los griegos llamaban templanza, es decir la voluntad dominando las pasiones. La inteligencia ante todo, como nos han venido enseñando los estudiantes, quizá el verdadero liderazgo con el que cuenta el país en este momento, porque es el único al que podemos mirar de frente y a los ojos sin avergonzarnos. Parece que a esta sociedad le va mejor cuando nadie le dice lo que tiene que hacer, cuando llega a sus propias convicciones luego de llevar el coñazo parejo, cuando nos asumimos comunidad de vida y no como banda para el pillaje.
A esta nación le llegó la hora del gran «NO».
Feliz fin de semana… Hasta La Victoria siempre (Y ahora que eliminaron el peaje, más rápido)… Patria y vida.