El imperio de la ley, por Fernando Pérez Barrios
Desde tiempo atrás se viene reflexionando, como encarar la gobernabilidad del país al salir del marasmo en que nos tienen hundidos y sometidos. Sin ahondar demasiado entendemos cuan complejo y arduo seria diseñar un plan-nación, con sus respectivas acciones, en conocimiento de la grave crisis que se vive en todos los órdenes.
Ejecutar políticas publicas e institucionales para la reconstrucción del país, requiere rehacer la textura al sector social en sus valores, y transmitir a todos incluyendo a los más estables económicamente, que el nuevo modelo o esquema a instaurar, necesita innovar en una cultura de no dependencia del Estado, desarraigar los hábitos de facilismo y extirpar por completo el clientelismo al que no escapa un alto índice de la población .
Dichos aspectos deben conducirse de una manera pedagógica por parte del Estado, es decir, que los gobernantes actúen predicando a la sociedad y dando el ejemplo que se impone un alto grado de responsabilidad en el cumplimiento de los deberes ciudadanos y funciones gubernamentales; que se entienda que es por medio del trabajo, esfuerzo y superación, que cada quien va labrando su propio bienestar y destino, contando por supuesto, en la aplicación de políticas básicas y elementales en lo económico y social, orientadas en renovada visión de un país en transformación y en estado de urgente renacimiento.
El discurso y la retorica tradicional, no encaja en este tiempo, el populismo menos por su falaz consecuencias; se requiere más hechos y resultados que palabras. Hay que gobernar concibiendo y haciendo del núcleo social, unos ciudadanos con los derechos y deberes que nos establece la Constitución y las leyes.
Allí precisamente esta lo neurálgico, la recuperación del país pasa por muchísimos más cambios estructurales, ideas, y visión adaptada al mundo globalizado, pero, y allí esta él pero, entre tantos aspectos, igual se hace impostergable fomentar e instalar la cultura del Imperio de la Ley, vale decir, la concientización del cumplimiento de la misma, y su ejecución por una administración de justicia autónoma y meritocrática, que la administre para el justo y buen funcionamiento de todas las facetas y estructuras de la Nación.
Si la ley se cumple, se ejecuta en esa medida, su desenvolvimiento será mas organizado, disciplinado, se aminoran los problemas básicos y cotidianos, se alcanza mejor calidad de vida, porque habrá orden en el quehacer diario, un mejor y mayor control de la seguridad, sin impunidad, y de la corrupción.
En fin, consientes de que la ley se cumple y ejecuta, nos hará mejores ciudadanos, y no es de ser iluso, la perfección no existe, pero el país funcionaria con más eficacia, sosiego y paz. Tema para analizar profundamente con juristas y doctos en la materia. Convencido estoy como un modesto ciudadano, que en un país donde la Ley es caprichosa, será un país con ingentes problemas permanentes y sin soluciones.