El intrépido tucusito, por Marisa Iturriza

Mail: [email protected]
Cavilaba que a pesar de las restricciones impuestas anteriormente por el proceso, más las de ahora debidas al coronavirus, las noticias siguen llegando, la pandemia esa continúa afectando a una humanidad consternada por lo insólito de que, como un tercermundista cualquiera, el republicano aspirante a ser reelegido Presidente se resista a mudarse de la Casa Blanca y a aceptar que el candidato demócrata ganó el derecho a ejercer la presidencia (si lo merece) mientras al sur del continente, el presidente peruano tuvo que ser sustituido por un funcionario interino. Pero que vean ellos cómo se las arreglan en esos lares, porque lo que yo quería era evadirme, no te digo de pensar en diciembre si no en la semana próxima, con logros involucionarios como la devaluación del bolívar (Ay, Bolívar) que “solo pueden ser obtenidos” por un socialismo que favorece el dólar, el euro y hasta el peso, que los colombianos tuvieron el acierto de no apellidar; cuando en eso me paralicé porque creí alucinar, pues:
De repente la terraza parecía cruzada por líneas rectas trazadas velozmente en diferentes direcciones borradas instantáneamente. Eran las ráfagas “tejidas” por el vuelo de un diminuto tucusito, no hermoso como otros de su clase, sino oscuro, más bien pardo, protegiendo las flores de riqui-riqui que suele libar la voracidad de un pájaro invasor de colorido plumaje como cuatro veces más grande. No se amilanó, lo espantó apuntándolo con su afiladísimo pico, resguardando su territorio con un coraje digno de la defensa del Arco Minero del Orinoco, del área del Esequibo o de las instalaciones petroleras.
*Lea también: Maracaibo en la Independencia, por Ángel R. Lombardi Boscán
La actuación del tucusito llevó a rememorar borrosamente al jefe de la revolución de la isla de “el mar de la felicidad”, cuando validó de su aureola de héroe revolucionario, alta estatura, buen físico, simpatía y apoyo popular entusiasta, vino a la celebración del primer aniversario del 23 de enero para agradecer el apoyo recibido y, sobre todo, proponer al presidente local, de estatura mediana, no muy buenmozo que digamos ni particularmente interesado en caer simpático, que «oye, tú» le diera petróleo para su causa y éste contestó:
¡No! Eso es de los venezolanos, lo que nunca le perdonó y aunque las invasiones intentadas fueron repelidas por el Ejército de entonces, tiempo después tuvo todo el petróleo que exigió a lo que convirtió en su colonizada “capitanía general”. En cambio mañana el intrépido tucusito seguro que defenderá su terraza con valor verdadero…
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo